Estrellas fugaces
Los abuelos de Sara García Alonso, la primera astronauta leonesa, hacían la compra en el economato de Marrón. Parte de su familia desciende de Lillo del Bierzo, en el municipio minero de Fabero, y de Vega de Espinareda, a las puertas de Los Ancares.
Sara, que trabaja en el Centro Nacional de Investigación del Cáncer, se formó como bióloga en la Universidad de León y esta semana visitaba el campus de Ponferrada convertida en un ejemplo —junto al otro leonés elegido para ser astronauta por la Agencia Espacial Europea, Pablo Álvarez— de que «se puede ser de una universidad pequeña y llegar a donde uno quiera», como decía quien fue uno de sus profesores, Carlos Polanco.
Tiene mucho mérito lo que han conseguido Sara y Pablo. Hay mucho esfuerzo detrás. Mucho talento. Dos mentes abiertas. Disciplina, seguro, y unos profesores que los orientaron bien. Pero decía Sara en Ponferrada que el amor por la ciencia no basta. Hace falta constancia para llegar a ser científica.
También hace falta, añado yo, un sistema que apoye de verdad a los investigadores. A todos y todas, porque la ciencia sigue siendo un espacio donde cuesta ver mujeres en la misma proporción que los hombres. Hace falta una estrategia que respalde la investigación en serio y no condene a muchos investigadores a vivir en precario con un sueldo de becario durante años. Y hacen falta referentes. Sara no los tuvo. «Es difícil soñar con ser alguien si no sabes que existe», decía a los periodistas que la esperábamos en el campus de Ponferrada, donde la astronauta visitó la nueva Clínica de Podología y conoció el nuevo grado de Nutrición.
Sara es bióloga molecular. Investiga tratamientos contra el cáncer. Es astronauta reserva de la Agencia Espacial Europea a sus 34 años y tiene toda una vida profesional por delante. Un gran salto sin duda, el que va desde el economato de Marrón donde compraban sus abuelos a los viajes espaciales. Y está muy bien que la hayan convertido en una bandera. Ella es muy consciente de ese papel. Pero no se olviden, por favor, gobierne quien gobierne, de poner dinero en la investigación y en la ciencia o lo de Sara y Pablo se quedará en una excepción. En dos estrellas fugaces que brillan un momento en la oscuridad antes de apagarse.