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Influidos por Asterix, que hace años alertó ya de que «con sus construcciones modernas, los romanos no hacen más que estropear el paisaje», los alcaldes de Castrocalbón y San Esteban de Nogales han decidido restaurar a su modo una calzada con más de 2.000 años de antigüedad. Los regidores han visto necesario «tapar unos baches» que había en la Vía del Obispo: uno de los itinerarios que se labraron para que las legiones avanzaran por Asturica Augusta (Astorga) hacia Bracara (Braga) con su civilización en armas. Después de 20 siglos, pensaron que tocaba ya un arreglo, metieron maquinaria pesada, nivelaron el terreno, horadaron a conciencia las cunetas para que desaguaran las escorrentías, que en eso no había pensado Vespasiano ni el resto de lumbreras latinos, y para honrar el latinajo escenificaron su concepto de hacer tabula rasa : borrar las huellas de la historia para igualarse con los ingenieros de una civilización que alumbró el mundo y cuya caída derivó en una Edad Media en la que algunos, por cómo se comportan, parece que todavía viven. Sólo les faltó hacer la pintada del protagonista de La vida de Brian: romani ite domun .

Al grito de romanos, idos a casa , el atentado patrimonial ha acabado con 1,3 kilómetros de una de las calzadas mejor conservadas de España, pese a que contaba con señalización y hasta carteles. La autopista por la que avanzó la cultura de la que somos herederos ha desaparecido cegado por el empuje de la ignorancia que confunde un vestigio histórico con una trocha en mitad de un páramo. La vuelta de los bárbaros, que invadieron el Imperio por estos mismos caminos que habían alimentado su crecimiento, se aprecia en otros tramos, como la ruta romana del Esla o Vía Vadiniense, que lleva más de diez años en la lista roja de Hispania Nostra ante el abandono de las administraciones. Su desprecio a la historia evidencia un adanismo cretino en el que medran los convencidos de que todo empezó con ellos, de que no tienen nada que aprender. Borran las huellas porque no les interesa, por ejemplo, ojear el Itinerario de Antonino, la guía Repsol de entonces, y darse cuenta de que el Corredor Atlántico ya lo bosquejaron los romanos, antes de que la Junta y el Gobierno lo reescribieran para desplazar el eje principal de desarrollo hacia Valladolid.

Obelix tenía razón. ¡Por Tutatis, estaban locos estos romanos!