Diario de León

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Este título puede dar lugar a equívocos en León, incluso a perplejidad, pero no en Alcalá de Henares donde Lope solo hay uno. Arsenio Lope tiene ya escultura de bronce en su ciudad de nacimiento; pagada por suscripción popular, en la calle Libreros. El escultor Andrés Bonilla lo ha representado a tamaño natural y eso es mucho decir, pues era alto. Gran político y gran cervantista, dejó una huella imborrable también en nuestra tierra, como gobernador civil (1988-90) y como persona; no diré que estuviese por encima de las ideologías, pues sus actos eran consecuencia de la suya, pero sí más allá de las siglas. Allí donde hubiese una buena causa estaba Lope y su —parafraseo al otro— arte nuevo de hacer política , con legítimo protagonismo o con elegante discreción. En su tierra fue alcalde muy querido (1983-87). Murió de cáncer en 2021, como antes se había llevado a su mujer, Pilar Revilla, de la misma calidad humana y política, ambos militantes del PSOE. Tuve ocasión de pasear con ellos por su ciudad, pues presentó con brillantez mi Blues de Cervantes . Eran profundamente humanos. Estaban por encima de las siglas, de acuerdo, pero a la vez eran estandartes de una conducta basada en la fraternidad y en el compromiso democrático: buenos y representativos de la mejor izquierda de la Transición.

Hace poco, María García, responsable de la Fundación de Familias Monoparentales Isadora Duncan me estuvo elogiando a Lope. «Nadie nos ayudó tanto y con tanto afecto, muchas veces personalmente». La gratitud también está por encima de las siglas, pero suele darse más en los territorios del dolor. Me he sumado con mi firma a la `propuesta que esta institución leonesa está preparando para que el premio Princesa de Asturias de la Concordia recaiga sobre la exjueza colombiana Patricia Guerrero, fundadora en 2003 de la Ciudad de las Mujeres, y antes de la Liga de las Mujeres Desplazadas. Arsenio y Pilar la hubiesen apoyado, me dije.

Cuando vuelva a Complutum me pasaré a acariciarle respetuosamente las mejillas. Lope, de bronce y bondad. Arsenio, para todos. Curro, para sus amigos. Gracias Alcalá de Henares, por saber reconocer a quien tanto te quiso y llevó también a nuestra tierra en su gran corazón.

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