Diario de León

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El tablero político va a reiniciarse tras el 28-M. Las posiciones y discursos de los partidos lo reflejan cada día. Además, no creo que los cambios que hagan algunas formaciones vayan a quedarse en sólo dar una manita de pintura para seguir tirando como si nada hubiese pasado. Ese desafío electoral permitirá extraer muchas lecciones, por más que a nivel nacional los partidos se escuden en que los resultados de las autonómicas y municipales no pueden extrapolarse a unas generales, donde los votantes contemplan cuestiones muy diferentes y candidatos distintos. Las urnas llegan. La tensión se eleva. Y la confrontación, ante todo entre Gobierno y PP, va a ser a cara de perro.

Basta ver la distancia entre los dos grandes partidos españoles, que ni siquiera para asuntos estructurales son capaces de descolgar el teléfono. La Moncloa ha orillado a la Oposición en la reforma de las pensiones. La actual política de tierra quemada contra Alberto Núñez Feijóo lleva a Pedro Sánchez al extremo de usar al titular de Seguridad Social, José Luis Escrivá, para poner la cara y garantizarse el jueves pasado, con los socios habituales, la luz verde del Congreso al decretazo. Una vez más, los populares fueron arrinconados en un asunto de Estado tan sensible.

Los mensajeros gubernamentales, sin embargo, no han evitado todo tipo de furiosas arremetidas contra Feijóo, simple y llanamente por negarse a renunciar a cambiar su rol de alternativa por el de muleta. Incluso «patriota de hojalata» le han llamado. La Moncloa tiene un gusto especial en hacerse la ofendida con el PP. Ahora con más ahínco, tras «permitirse el lujo de oponerse» a su reforma de las pensiones. En su escenificación, claro, miran para otro lado ante la ruptura de lo que venía siendo hasta ahora materia de consenso entre las dos grandes fuerzas del país.

Sin embargo, ha sido llamativo el silencio gubernamental ante la inesperada abstención de Vox a la convalidación del decreto. El Gobierno prefirió tapar el hecho de que «los malos» de la «extrema derecha» contemplasen contenidos positivos en la iniciativa.

Se equivocaron los de Santiago Abascal al defender su abstención argumentando elementos como la subida de las pensiones mínimas. Su decisión, en realidad, sólo respondió al deseo de diferenciarse del PP. Vox ha dado otra vuelta de tuerca a su confusa trayectoria desde las autonómicas andaluzas. Abascal y los suyos llevan meses en una espiral difícil de entender.

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