El carajo bendito
El mismo día de Ramos en que aquí, en la España de redivivos ritos tridentinos y folklore nazareno que sacó por todo lugar borriquillas en desfile palmero y otro montón de cortejos penitenciales que años atrás ni existían, en Japón sacaron también en procesión algo que en nuestra cultura causaría gran escándalo y rasgón de vestiduras, tanto de devotas beatas como de feministas devotas. Por las calles de Kawasaki, y dentro del festival Shinto Kanamara Matsuri dedicado a los genitales masculinos y la fertilidad, hacen desfilar el primer domingo de abril un paso a hombros de mujeres galanamente ataviadas donde se yergue como apóstol carnal un enorme pene, un descomunal falo con dos pelotas como balones de pilates, un carajo bendito como un ciruelo de grande, la órdiga fálica hecha piedad popular caminando hacia el templo sintoísta de Kanayama donde sus dioses sonríen ante la ofrenda. El origen de la fiesta se remonta a 1630 cuando las prostitutas rezaban a su divinidad para protegerse de las enfermedades de su oficio. «Hoy los asistentes al festival chupan piruletas en forma de pene y compran recuerdos similares como llaveros, velas y otras baratijas mientras veneran al órgano viril a su paso por las calles», dice el cronista, y el dinero así obtenido se destina a investigaciones sobre el sida y enfermedades de transmisión sexual.
Y temiendo con esto estar dando ideas aquí, recemos para que no copie esa tradición japonesa la Sección Femenina de la cofradía de Genarín, que bajo la advocación de su poco virgen La Moncha, haría desfilar ese gran falo como años atrás en Madrid por estas fechas procesionó un santo Coño una cofradía de paisanas impías, finalmente ilegalizadas. Hoy se reinventan tantas cosas, que sería hasta probable. Mientras, tres sucesos insólitos saltaron el domingo pasado como si fuera señal de los cielos al arder nada menos que tres Vírgenes (la del Rocío en Vélez Málaga, la de Gracia en Almadén de la Plata y la del Desconsuelo en Chiclana). ¿Es que fue un fuego a lo bonzo, hartas de tanta hipocresía y piedad pagana?...