Editorial | La parte buena de una mala evolución
León escapa a la escalada de precios de los alquileres que vive buena parte del país, y ha obligado a imponer límites a las subidas pactadas en los contratos. Y eso es una buena noticia para quienes optan por esta fórmula de vivienda, al menos para los que se quedan en la ciudad y su alfoz. Las rentas medias actuales se sitúan en un tercio de los ingresos del Salario Mínimo Interprofesional, y apenas se han incrementado en los últimos años.
Una buena noticia que tiene su explicación en una dinámica poblacional y económica que ensombrece el aparente ahorro. El parque de viviendas de alquiler leonés se reduce, está envejecido y necesitaría inversión para sacar al mercado pisos que cumplan los mínimos deseables. Pero la demanda es limitada. El hecho de que los jóvenes que se quedan en la ciudad no se emancipen, que muchos opten por buscar su futuro en otros lugares más dinámicos y que la economía local no oferte empleos suficientes hacen que la demanda no sea precisamente boyante, ni exija pisos de elevadas prestaciones. El alquiler es un reflejo más de la evolución leonesa.