Con el fuego se sigue jugando
Parecía que habíamos empezado bien el año, con más o menos la mitad de incendios que en 2022, pero, como nos decían de pequeños, con el fuego no se juega porque al final de quemas.
Las muy celebradas buenas temperaturas y la ausencia de lluvias de esta Semana Santa están, lógicamente, viniendo muy bien para garantizar la celebración de todas las procesiones y para que los hoteles y bares puedan disfrutar de un lleno total en sus negocios. En el otro lado de la moneda, está el terrible impacto que este veranillo está ocasionando en el medio natural, ya que se da lugar a un peligroso campo de cultivo para los incendios, que en estos días se ven avivados por aquellos que limpian los montes a golpe de mechero, sin medir las nefastas consecuencias que eso puede acarrear. Uno de estos ejemplos lo tenemos estos días con el nuevo incendio que desde el miércoles acecha La Cabrera, y que según la Junta, es claramente intencionado, ya que los servicios contra el fuego luchan desde entonces con hasta tres focos abiertos en un mismo siniestro. Mucho peor están en Asturias, donde en esta semana han sido víctimas de una oleada de incendios que han afectado a ocho concejos a la vez, que han arrasado ya once mil hectáreas obligando a la evacuación de unas 400 personas y empleando para su extinción a otras 800.
En este caso, el presidente del Principado, Adrián Barbón, ha querido dar un golpe en la mesa ya no solo contra los que él mismo ha denominado «terroristas del mechero», sino contra los alcaldes, los forestales y los propios vecinos que los encubre y miran para otro lado.
Por eso ya ha anunciado una «revisión urgente» de la Ley Forestal que podría incluir la recuperación de los acotamientos al pastoreo en las zonas afectadas por incendios forestales, que fueron suprimidos por el parlamento autonómico en 2017, y que sin embargo sigue vigente en Castilla y León, donde los terrenos forestales afectados por los incendios son acotados al pastoreo por un periodo de cinco años, lo que significa que se suspende su aprovechamiento para el ganado y también para la actividad cinegética, algo que parece que no siempre frena la propagación de las temerarias quemas que se producen en esta época del año.