Política de barra

Después de años de sesudos análisis, comisiones de estudio financiadas y chiringuitos para el colegueo, el Congreso de los Diputados apuesta por la política de barra de bar para afrontar la lucha contra la despoblación. El poder legislativo desarrollará, promovida por Teruel Existe, una modificación en la Ley de Economía Social para incluir a los establecimientos de hostelería, los pequeños comercios y hasta la venta ambulante de los municipios de menos de 200 habitantes como bienes de interés general. Al reclamo de llena aquí , los partidos negocian ahora cómo asentarán esta consideración, que les iguala a cooperativas, fundaciones, asociaciones o cofradías de pescadores, para permitir que se puedan acoger a beneficios fiscales y reduzcan sus trámites administrativos. Las cosas, como se hizo siempre, se arreglan en los bares.

El dique para contener el éxodo rural, pese a su importancia relativa, ridiculiza los esfuerzos de la política nacional por afrontar el problema. La barra del bar se queda corta para sostener una estrategia real en la que no creen ninguno de los partidos mayoritarios. El gesto se exhibe desde la galería del hemiciclo mientras continúan con una burocracia que iguala los trámites administrativos que debe hacer una empresa para abrir en la milla de oro de Madrid a los que tendría que afrontar un incauto en las eras del Corral de las Arrimadas; mientras llenan de trampas las normativas medioambientales para las explotaciones agrarias y ganaderas y flexibilizan por detrás los requisitos para que las multinacionales energéticas esquilmen el territorio con los grandes parques eólicos y fotovoltaicos; mientras condenan a los habitantes de los pueblos a soportar una fiscalidad injusta para el nivel de retorno en infraestructuras y servicios que reciben. En esta dejadez premeditada de políticas de calado, la propina del Congreso, todavía por cuantificar, llega incluso tarde, como saben muchos pequeños ayuntamientos leoneses que desde hace años sufragan casi el 100% de los gastos y ceden el local para que sus pueblos no mueran con la pérdida del bar en el que resiste la vida en común de sus habitantes. Pero con la turra que han dado con la España Vaciada, esperábamos que las administraciones superiores tuvieran algo que más que ofrecer que pagar una ronda.