Futuro a la fuerza
Dicen que han inventado algo con lo que se perderán cientos de millones de puestos de trabajo en el mundo. Entonces, si esa es la consecuencia, y no será la única entre las malas, ¿por qué se ha inventado? O mejor, ¿por qué lo aceptamos? Y encima la llaman inteligencia artificial, como si anduviéramos sobrados de la de siempre. Hasta los responsables de recursos humanos recibirán el puntapié… con zapato online. Estamos ante una maquinación de las corporaciones tecnológicas, que ven posible venderle al capitalismo el sueño de un mundo sin trabajadores a los que pagar sueldos. Nos quieren imponer este futuro siniestro. Y uno, que es de Letras, se pregunta: «¿Y sin sueldos quiénes consumirán los productos?» Progreso conlleva progresar. Por supuesto, también el capitalismo comunista se frota las manos. Y las mafias. Los defensores argumentan que nos meteremos dentro del cuadro de Las Meninas, y que podrá morderte el perro. Pero a la vez se nos anuncia que miles de profesionales de este sector perderán su trabajo. Y así en casi todas las áreas. ¿Es esta la revolución tecnológica que hemos de aplaudir? Desde Silicon Valley se me dirá: «pues no protestaste cuando creamos el teclado que borraba sobre una pantalla». Tampoco lo hice cuando inventaron el fuego. No se nos pida que aceptemos tiburón como animal de compañía.
Pero todo esto no va realmente de una nueva tecnología, sino de dinero y de herramientas de dominio. Leo en este periódico: «Telemarketing, contables, traductores, profesores, programadores e incluso inversores son algunas de las profesiones que cambiarán a medida que se vuelva más popular la inteligencia artificial». ¿Cambiarán?, ¿Más popular? ¿De verdad somos hoy una sociedad más feliz porque los niños tienen móvil con internet?
No añoro pasado alguno, en el Renacimiento no habría sobrevivido ni 24 horas, pero no acepto que solo exista un futuro posible, este que nos quieren ahora imponer y con tan funestas consecuencias, previsibles o imprevisibles. Ni siquiera se trata del legítimo relevo generacional, sino de una destrucción masiva, solo porque unos irresponsables lo han decidido. Oppenheimer lamentó después haber inventado la bomba atómica. Progreso es progresar… todos.