Diario de León

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Aunque todavía faltan algunas semanas para el inicio oficial de la campaña electoral que precederá a las votaciones del 28 de Mayo, los mítines políticos están a la orden del día. Los diferentes partidos van perfilando sus estrategias, conscientes sus líderes del carácter precursor que aparejan estos comicios especto de la gran cita de las legislativas que tendrá lugar en el mes de diciembre. De ahí que, en las declaraciones de unos y otros, quienes no las tienen todas consigo se desmarquen argumentando que los resultados de las elecciones locales no son extrapolables, mientras que otros — los que confían en la victoria— hablan de las urnas de mayo como si fueran la antesala del cambio político a escala nacional.

La polarización —el eje izquierda-derecha— que preside nuestra vida pública se confirma en todos los sondeos: en principio, ningún partido va a conseguir por sí solo mayoría absoluta en los ayuntamientos o parlamentos autonómicos salvo, quizá, el PP de la Comunidad de Madrid cuya cabeza de lista es Isabel Díaz Ayuso.

Si llega a darse el caso sería la excepción, pero no invalidaría la tendencia. Ante una situación así el escenario post electoral se abre a los pactos. A los pactos y al muro de las lamentaciones porque asistiremos a la configuración de consistorios municipales y elecciones de alcaldes fruto de la suma de varios partidos cuya alianza mandará a la oposición al partido más votado y otro tanto puede suceder en relación con los gobiernos autonómicos. Todos saben que esto puede pasar pero quien tienen más probabilidades de encabezar algunas de las listas más votadas —caso del PP —se muestra reacio a hablar de futuras alianzas. En esa actitud encontramos a Alberto Núñez Feijóo y en el caso de Madrid a la mencionada Isabel Díaz Ayuso. Renuentes a concretar sí el PP pactaría con Vox allí dónde no hubiera conseguido mayoría suficiente. En sentido contrario quienes no ocultan que pactaran con quien sea con tal de conseguir conservar un gobierno regional (caso, por ejemplo, de la Comunidad Valenciana) o algunos ayuntamientos, es el PSOE. Pactarán con Podemos a pesar de los navajeos que se traen entre sí a raíz de la puesta en marcha de Sumar la plataforma qué con Yolanda Díaz al frente pretende atraer a los votantes morados y pactarán con la miríada de pequeños partidos —desde Más Madrid, Compromís, las Mareas, el partido de Revilla, la Chunta en Aragón, Teruel existe o los Comunes en Barcelona—. El Partido Socialista, con la apuesta de Pedro Sánchez por la alianza Frankenstein perdió el último escrúpulo a la hora de atraer compañeros de viaje. A diferencia de lo que le pasa al PP, en ese registro, los socialistas no tienen complejos.

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