Benito Escarpizo
Este último sábado el Ayuntamiento de Villaobispo de Otero reconoció como Hijo Predilecto a uno de sus vecinos, Benito Escarpizo. Una grata noticia que, además de poner en valor los múltiples méritos del artista, honra a quien apadrinó la iniciativa, en un gesto poco habitual por estas tierras.
La trayectoria vital y profesional de Escarpizo, que tomó el seudónimo de la tierra de su origen, es difícilmente abarcable. Posiblemente su actividad como profesor sea referencia suficiente para trazar los caminos por los que discurrieron buena parte de sus inquietudes profesionales, que, además, en su caso, coincidían con sus creencias artísticas, que tomaron cuerpo y forma en la pintura, escultura, vidrieras, grabados, decoración de interiores… Siempre lo identifiqué, desde mi visión de la concepción del mundo al considerar su obra, como el humanista que se entronca en los quehaceres del Renacimiento. Se ha escrito mucho sobre su obra, sobre su fortaleza formal y la disciplina colorista en que el paisaje cobra protagonismo y los rostros se convierten en memoria de la tierra.
A veces, sin embargo, en el caso de los artistas, la obra oculta la dimensión de su persona. Enraizado en su tierra, desde la que sueña y divulga por los rincones del ancho mundo con su proverbial generosidad, es el embajador de esa Cepeda entrañable convertida en fuerza e ilusión, en vida definitivamente. En vida ayudó con su tesón a convertir las ruinas del Palacio de los Pernía en referente cultural y museístico de la comarca, en el que buena parte de los utensilios expuestos son fruto de su larga labor de búsqueda e investigación etnográfica de la comarca con sus permanentes gestos y hechos de colaboración desinteresada. Ya había quedado certificada en la donación de su importante colección de objetos romanos que él había salvado de la destrucción y hoy se muestran en el Museo Romano de Astorga. Una larga y fructífera labor, silenciosa siempre, que ha evitado olvidos y desidias. Las cosas siempre ocurren por algo. No se olvide. Ni se olvide a quienes se desvelan por ello.
Intentar reducir a un breve espacio como este la amplia y fructífera labor de Benito Escarpizo me parece un atrevimiento. Solamente decir que el reconocimiento, tal como servidor lo entiende, bucea y focaliza su obra artística, pero también su labor, su compromiso social, la humilde ejemplaridad de un gran hombre. Somos muchos los que nos sentimos identificados con la alegría y el significado de este reconocimiento.