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Está siendo para alquilar balcones los llamamientos a la unidad de la izquierda a la izquierda del PSOE. Pablo Iglesias estalla ante la «ensalada de hostias» contra él. Yolanda Díaz censura los usos de Podemos de ir «a torta limpia». La saga de la designada a dedo está resultando una de las óperas bufas más entretenidas que uno recuerda. Los choques de egos, los desplantes y los contubernios atacan el invento de Sumar y sólo prometen multiplicarse por cuenta de las listas electorales. La sangre todavía debe llegar al río. Ese es el cuadro.

La posibilidad de una ruptura total y definitiva está cada vez más cerca. Ante esa perspectiva, los socialistas se echan las manos a la cabeza. La izquierda dividida en tres será tan perdedora como lo fue el centro-derecha en las mismas circunstancias. La ley D’Hondt rige para todos por igual. «Menudo carajal», resumían gráficamente desde el entorno de Pedro Sánchez. La fricción entre Díaz e Iglesias es tal que sólo puede quedar uno. Políticamente hablando, se entiende. «Esperemos que sean responsables por el bien del progresismo», dicen en Ferraz. «Todo se acabará ordenando», apuntan los más optimistas del círculo de Sánchez. Precisamente, él se pronunciará «llegado el momento» sobre la «situación». ¿Cuándo será eso? El silencio del presidente del Gobierno es elocuente ante el afán de sus socios por tirarse los trastos a la cabeza.

Sánchez aún confía en la posibilidad de acuerdo. No da crédito a que puedan concurrir en ese espacio por separado, toda vez Yolanda Díaz le ha debido trasladar que sabrá ser «generosa» con Irene Montero. Quizá como su tándem electoral en la candidatura de Madrid a las elecciones generales. Ahora bien, esa oferta, de llegar, será a la espera del reparto de cartas de las municipales y autonómicas. En otras palabras, tras la debacle de los morados que todo el mundo descuenta este 28 de mayo. ¿Y Ione Belarra, Lilith Verstrynge o Pablo Echenique, entre otros? Díaz tiene realmente difícil garantizarles un puesto de salida. Sumar se articula a través de un auténtico ramillete de partidos que preguntan qué hay de lo mío y tampoco los puede dejar sin posibilidad de atornillarse a un escaño.

Algunos en el PSOE sugieren la posibilidad de que Montero y Belarra abandonen la coalición de Gobierno en cuestión de meses para «ir ya totalmente a saco». Aviso: La hipótesis gana adeptos.