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La acracia fundamental de Platón le convierte en un raro contertulio al que nadie se atreve a invitar a su mesa por lo que pudiera echar por esa boca. Uno, acostumbrado a su amistad durante años, disfruta de ella y tiene su permiso para traducirle a lenguaje de periódico, que ni peque de falso ni termine en el juzgado. Vamos allá.

Sostiene Platón que, aprovechando ese sublime neologismo del alcalde por el que privatizar servicios municipales se convierte en externalizarlos, ya está tardando su más íntimo conmilitón dentro del partido en actualizar su optimismo patológico y progubernamental para ofrecernos un nuevo y cautivador relato sobre nosotros mismos. «No sé cómo está tardando tanto en adoptar esa metáfora. Igual tiene alguna reticencia hacia ella por venir de quien viene. Pero es un detallazo del jato —yo creo que Platón lee JA10 como jato porque está a dieta y le traiciona el subconsciente—. Le ha puesto el discurso en bandeja». Algo más o menos así sería, continúa, que tampoco sé yo hasta dónde llegan las habilidades retóricas del hiperoptimismo pertinaz: «Leoneses: ni nos empobrecemos ni nos despoblamos: hemos externalizado nuestro desarrollo y nuestro progreso. Hay que ser sinceramente negativo o recalcitrantemente leonés —¿un leonesista es un leonés recalcitrante?, le hubiera preguntado, pero no quise interrumpirle— para no ver lo que es una realidad incuestionable: que León crece y medra más allá de nuestras fronteras, se desarrolla como no lo ha hecho con ningún otro gobierno, salvedad hecha del presidido por Zapatero, y nuestro límite, si existe, es el cielo, esas murallas invisibles de la Tierra que dan paso al ancho firmamento. A nosotros como provincia nos pasa lo que dejó escrito el Padre Isla del pueblo de Fray Gerundio: no es culpa de Campazas no ser tan grande como París, pero «por cualquiera de las cuatro partes pudiera extenderse hasta diez y doce leguas, sin embarazo alguno». Y, ahora, ni siquiera el universo va a pararnos. Hasta al espacio va a tener noticias nuestras muy pronto, fijaros bien, porque, gracias al infatigable apoyo del gobierno central, dos leoneses están en disposición de pisar la luna. Sed positivos, coño».

Y, tras un silencio, añadió algo críptico, creo que sobre la candidata a la fuga: «Las virtudes mal vistas son como las herramientas bien calibradas, un trasto al que nada más es capaz de sacarle rédito el que anda desde antiguo en tratos con el oficio».