Agua... o muerte
La próxima semana quemará el aire. Julio, ardiendo, se nos plantará en abril y, por ende, agosto en mayo. Estamos avisados. No pinta nada bien lo que el meteorólogo advierte con su ciencia y el chamán rústico con sus cabañuelas. No habrá nubes para ordeñar y los campos se amamantarán con lágrimas... secas. Ya ensayan las espigas su marcha fúnebre de enclenque cortejo. Sin embargo, cosecha prometedora de abrojos y cardos es lo que llegará al ancho y tórrido sur español, ese sur que ya llega hasta Mansilla y más arriba, aquí, donde los latigazos de la calora harán castigar en pocos meses al labrantín con racionamiento de riegos... y después vendrá el esquilmar los pozos y rifarse algún azadonazo por un quítame allá esa torga o tú no me ciegas la acequia. Andan regular y algo flacos nuestros embalses... y de seguir así, en agosto se cerrará ese grifo, presiente Matías Llorente, que no parece exagerar si usa la palabra hecatombe para calificar lo previsible: «si en quince días no llueve, ¡la de Dios!»...
Llamad al brujo de la tribu y que se explique: No hay Manitú que valga, jefe, vendrá sed.... y más sed. Que tiren al brujo a la Gran Cascada. Jefe, que la cascada también está seca. Ideal, mejor morir descalabrao que ahogao.
Vendrá sed, dice, y no hay peor cosa en el mundo que la sed. Sin comer puede una persona resistir cuarenta días y alguno hasta sesenta, pero sin beber no vivirá más de cuatro o seis... ¡agua!... Quien sepa entender el lenguaje de las plantas saldrá al campo y sólo oirá un griterío de auxilio desesperado, ¡agua!... y si habla el surco, clamará en chantaje: ¡antes agua para las fresas que para los charcales de Doñana! (qué mal precedente). Y aquí se oirá a sindicatos agrarios exigir sacar de los ríos el agua que falte reduciendo el caudal biológico, ¡antes la gente y el maíz que los peces!... el encarecimiento de los productos agrarios dirá que es el momento de pescar ahí, ¡y que esperen las truchas!... no se cortan. Mal panorama: agua... o muerte. ¿Y ahora pides pantanos?... a buenas horas... aunque nunca será tarde si la dicha es agua.