Diario de León

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La ausencia del presidente del Gobierno en el acto de entrega del Premio Cervantes es un hecho que trasciende de la reseña cultural para saltar a la crónica política. Por toda excusa para justificar tan injustificable ausencia la ministra portavoz, Isabel Rodríguez, ha dicho que Sánchez como presidente de «una de las principales potencias del mundo tiene una agenda intensísima y en estos momentos tiene otras cuestiones sobre la mesa». En la hipérbole empleada por la ministra para justificar que Sánchez no acompañara al rey Felipe VI en este acto de gran relieve y no menor proyección internacional dado que el premiado es el poeta venezolano Rafael Cadenas, se contienen algunos de los elementos que conforman el pensamiento de culto a la personalidad del presidente en el que militan sus colaboradores más cercanos.

Y todo para tratar de ocultar que lo que de verdad está detrás de la ausencia es el temor a que su presencia en un acto abierto al público acabe dando pie a algún tipo de escrache o abucheo como ha ocurrido ya en diversas ocasiones. Estas cosas se ganan a pulso. Y la deriva seguida por Sánchez en sus más de cuatro años al frente del Gobierno tiene mucho que ver con el grado de impopularidad que ha ido cosechando. Desde hace algún tiempo, para compensar semejante hándicap desde el departamento de La Moncloa que cuida de la imagen del presidente, han ido organizando —todo hay que decirlo, sin mucho éxito— diversas actividades con encuentros reducidos de ciudadanos. Un día fue la participación «improvisada» en una partida de petanca, otro el encuentro, también «espontáneo» en una biblioteca pública de la localidad madrileña de Fuenlabrada. Y así diversos actos en los que, a la postre, se descubrió que los asistentes eran personas afines al PSOE a las que en cierta manera se había utilizado como figurantes.

La política es un oficio duro, de riesgo. A la política no se va obligado. Hay políticos que caen mejor que otros y pueden mezclarse con la gente sin temor a ser abucheados. Otros, no. Pero deben asumir sus obligaciones institucionales y, como en el caso que nos ocupa, asistir a la entrega del Cervantes.

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