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La primera vez que escuché a Bruce Springsteen tendría yo 20 años. Un amigo de mi etapa universitaria me grabó una cinta con una selección de canciones y me la regaló. Sí, eran los años ochenta, en los que la gente joven grababa cintas directamente de los discos de vinilo o de los programas de radio y escuchaba una y mil veces el mismo casete hasta que se atascaba entre los dos carretes, que era muy frecuente, y sólo se salvaba la situación rebobinando con un bolígrafo girado con destreza dentro de uno de los dos agujeros de la carcasa. Magia que nos arrebató la tecnológica años después.

Ese amigo me regaló una cinta para que escuchara al Boss, me dijo. ¡Qué pretencioso! pensé . Por aquel entonces estaba yo liada en amoríos discográficos de estilos eclécticos, aunque mis mayores debilidades eran Joan Manuel Serrat —y no tengo más que añadir porque su nombre lo dice todo—, Cat Stevens —antes de que se convirtiera al islam para pasar a llamarse Yusuf Islam— y Creedence Clearwater Revival, la Creedence. Todavía hoy el  Have you ever seen the rain ?  es la única canción que me recompone el ánimo cuando me flaquean las fuerzas a base de escuchar tantas miserias y maldades a lo largo del día. Y si todavía alguien no la ha escuchado—lo que me parecería un pecado capital peor que la gula— es hora de apuntarlo a la lista de las diez cosas que hay hacer antes de irse a dormir.

Entonces escuché la cinta con las canciones de Springsteen. No recuerdo cuál fue la primera que sonó, pero cuando empezó  Racing in the Street  comprendí que este cantante, músico y compositor de New Jersey, que arrastra las palabras con tanta carencia y acento americano de chico bueno de pueblo, no sólo era el Boss, era y es el Boss total, el que no necesita reivindicarse y tiene una legión de (pesados e insistentes) seguidores incondicionales que admiramos su entrega y su fuerza todavía hoy, a sus 73 años. Los últimos minutos de esa canción, con el solo de piano y música, es pura poética que se adapta para ser escuchada en cualquier momento vital. Brillante.

Afiné el oído para distinguir el toque de la E. Street Band, después compré sus CD’s y asistí a dos de sus conciertos. Springsteen se come el escenario con tanta fuerza que ya nadie duda de su liderazgo Tan jefe es que el hecho de reconocer que ha pasado por etapas grises depresivas lo convierte aún más en un ejemplo. A sus dos días de concierto en España, en el inicio de su gira por Europa, en el Estadio Olímpico Luís Companys de Barcelona, con 110.000 entradas vendidas, asisten el ex presidente de EE UU, Barack Obama, Michell Obama, el director de cine Steven Spielberg y su mujer, Kate Capshaw.

¿Es o no es Bruce Springsteen el jefe total? Aquí y en la China Popular.