Robles la Católica
Como si le crecieran lirios en el cielo de la boca, todo político en campaña debe florear las palabras cuando hay que halagar a sus concurrencias o a los micrófonos recitando logros y promesas... y tampoco ha de tardar mucho en escupir las ortigas que le crecen bajo la lengua si hay que llenarle la cara de ronchas al enemigo, que no adversario, término civilizado que no suele estilarse en estos casos o en los púlpitos del mitin. Esto es lo que se espera de un candidato o de su telonero cuando predican a sus parroquias, esas que tanto recuerdan al público tierno y crédulo de un teatrillo de guiñol aplaudiendo excitados a rabiar cuando asoma el gicho o el príncipe con la cachiporra y se envicia aporreando la crisma del siniestro demonio mataprincesas. Resumido: exaltación del ombligo o de lo local... y demolición del contrario. Es la regla.
Y si está en Medina del Campo apoyando a la candidatura socialista a las municipales y se llama Margarita Robles -señora ministra, leonesa en principio más que en final-, pues el cuerpo pide acariciarles el ego a los asistentes diciendo que su pueblo -esa plaza en la que se inventó para el mundo la letra de cambio- es epicentro de una historia de España que ella siempre dijo lucir con orgullo cada vez que pisa el extranjero (y pisándole así el huerto que pretende acotarse el Vox embanderado). Pero al tener que citar necesariamente a Isabel la Católica por la mucha relación que tuvo ella con Medina donde vivió, testó y murió, se le puso el verbo en ascuas y lo arrimó a su sardina afirmando que « es una de las representantes de las mejores mujeres socialistas , que trabajan cada día para hacer una sociedad más justa y mejor ». Así la revistió en su alegato, Isabel la Socialista , no sabiéndose si, por lo mismo, podrá decirse a partir de ahora Robles la Católica , pues tanto monta, monta tanto, la fina gamba y el tragacanto. ¡¿Socialista la Católica?! Que baje Marx y lo vea, porque si baja Dios, se arma la de Cristo, que también tuvo un algo de comunista para que pudiera alistarlo sin más el bolivariano en sus rezos.