Patadas al Castillo
En Ponferrada hubo una vez un alcalde que no le tenía ninguna estima al Castillo. «Lo mejor es que se lleven lo que sirva y el resto que lo derriben», cuentan que dijo en una ocasión Cayetano Fernández Morán, que presidió la corporación municipal entre 1915 y 1923.
Si hubiera sido por Cayetano, que solo veía en las ruinas de la fortaleza un incordio y un dolor de cabeza, por el Castillo —edificado sobre una antigua encomienda templaria y rehecho después de la revuelta de los irmandiños— hubiera rodado la pelota hace ahora cien años, cuando a punto estuvieron de abrir un campo de fútbol. O como decía la prensa de la época, un lugar donde darle patadas a un balón, y también a alguna espinilla, porque querían «convertir el alma de Ponferrada en un campo de coceo».
Así que en aquella ciudad de hace cien años que estrenaba su primera central térmica y se asomaba al vértigo del carbón, había quien despreciaba el monumento y quien lo sublimaba.
La ruina del castillo ya había soliviantado en 1850 al que fue secretario del Ayuntamiento de Ponferrada, Manuel González del Valle, que aprovechaba las páginas del libro donde recopilaba los milagros atribuidos a la Virgen de la Encina para reprochar a todos los ponferradinos su desdén con la fortaleza: «¡Desgracia es que el pueblo no haya tratado de conservar en su primitivo estado el interior de este Alcázar del que nada existe ya y que debió competir con los mejores monumentos de su clase!», escribía entre admiraciones.
Esa indiferencia por la suerte del Castillo contrasta ahora con la reacción de algún que otro lector y lectora de este periódico que han interpretado como una traición la noticia de que Discovery Channel prepara un documental sobre la fortaleza; un episodio de la serie ‘España al descubierto’ donde contarán algo que se sabe desde siempre; el Castillo de Ponferrada, tal y como lo conocemos, nunca fue templario. El equívoco popular, apuntalado con el nombre de ‘Castillo de los Templarios’ que figura en los carteles, viene de ficciones como la novela El Señor de Bembibre y la fiesta de la Noche Templaria. Pero que usemos leyendas para atraer al turismo y celebrar una verbena no está reñido con la verdad. Las coces al Castillo nunca se las ha dado la Historia.