Chelibolibolilla

Cuando en 1979 negociábamos en el diario «PUEBLO» en Madrid la liquidación de aquella edición «PUEBLO Castilla y León» que empezó siendo aquí el «PUEBLO León» donde me pusieron al frente en 1974 vendiéndose 8.000 ejemplares, había tensión en la sala de juntas presidiendo la reunión Jose Antonio Gurriarán, meses antes de que, en fatal casualidad, una bomba del Ejército Armenio de Liberación le volara una pierna en una cabina de la Gran Vía (Gurriarán dirigiría el periódico hasta su cierre en 1984 fulminantemente decretado por el primer gobierno socialista). Como allí no se alcanzaba un acuerdo, y dada la llaneza al mediar aquello un «compañero», tomó la palabra el colega vallisoletano Paco Cantalapiedra y le espetó en carrerilla acelerada sin respirar «Gurri, ¡¡chelibolibolilla debajo‘l sobaco tengo una nuez, todo lo que me digas tu madre y tu padre lo es!!», murga infantil que desconocía yo y que recitó en modo metralleta, que es lo que pide; y al alegato siguió un silencio crudo, no dijo más. Perplejidad en la sala. Gurriarán se quedó atónito, recogió malhumorado sus papeles, concluyó allí todo negocio y no hubo otro camino que el de Magistratura donde el pleito nos fue realmente razonable y muy favorable, palmó el Estado (y palmé yo 900.000 calandrias -eso valía un pisito entonces-, porque un Fernando, mi abogado ¿y amigo?, no se personó en la vista, se le olvidó; y hoy es el día en que ni siquiera me comunicó el fiasco ni menos aún se disculpó por tamaña fechoría aunque me lo cruce tan pichi y escurriéndose en este pañuelo de ciudad; bueno, al menos le hice un generoso depósito al Estado que contrajo así conmigo una deuda real -y regia- para aliviarme la conciencia en mis futuras indolencias fiscales y darme licencia para cantarle algún día un «chelibolibolilla»). Agitó este recuerdo un libro con vértigo de tipos y hazañas, «Nido de piratas, la fascinante historia del diario PUEBLO», de Jesús Fernández Úbeda, con tantos ecos de Reverte, Raúl del Pozo, Aberasturi, Yale, Rigalt, Butano, Ors, Cándido... ecos hoy irrepetibles... ¿qué mejor escuela pude soñar?...