Primera vuelta
Afalta de diez días para que se celebren las elecciones locales y autonómicas el debate político sigue copado por las cuestiones nacionales. Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo centran la atención de los granes medios de comunicación relegando a la función de teloneros a quienes deberían ser los genuinos protagonistas de estos comicios: los candidatos que pugnan por acceder o retener una alcaldía o una presidencia autonómica. La situación obedece a la aguda polarización de la política española que ha convertido la cita con las urnas del 28 de Mayo en una primera vuelta a modo de anticipo de las elecciones legislativas que tendrán lugar en diciembre.
Para los partidos de la derecha —singularmente el PP— estamos ante una suerte de plebiscito. «O Sánchez o España», ha llegado a simplificar Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid. De lo que se trata es de echar a Sánchez, proclaman desde Vox. Estas y otras afirmaciones encuentran réplica en las formaciones de izquierdas que para la ocasión actúan como un bloque. Acuciados por las encuestas, los candidatos del PSOE se han visto obligados a marcar pequeñas distancias tácticas con el discurso de Sánchez en cuestiones como los pactos con Bildu o el escándalo de las excarcelaciones y rebajas de penas a delincuentes sexuales. Los sondeos apuntan que hay cuatro comunidades autónomas y los ayuntamientos de varias capitales en los que el resultado está en un puño.
El trágala de Bildu, socio parlamentario de Sánchez, colocando en las listas a cuarenta antiguos etarras —siete de ellos convictos por asesinato— aunque han tratado de matizarlo ha generado una oleada de rechazo también entre muchos votantes socialistas. En sus enfrentamientos con Feijóo, Sánchez ha tratado de desviar la atención acusando al PP de utilizar el terrorismo con fines espurios, pero al no romper públicamente con Bildu deja en el aire la duda de si, llegado el caso, volvería a contar con ellos como socios en la próxima legislatura. Esa duda, elevada a reproche de campaña por la oposición, les está haciendo mucho daño a los candidatos del PSOE.
Sánchez había planteado su participación en los mítines como una tribuna para ensalzar los logros del Gobierno —situación económica, nuevas leyes, posición en Europa—, pero el desafío de Bildu le ha obligado a actuar a la defensiva. En este caso defendiendo lo indefendible: aceptar la colaboración con los albaceas políticos de la ETA. Así las cosas, se entiende la desazón de los candidatos socialistas, que barruntan qué dentro de diez días van a ser juzgados no por sus obras sino por las de Sánchez.