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Si no fuera por que el buzón se ha convertido en el cubo azul del reciclado, rebosante de programas de ciencia ficción y sobres con papeletas de gente que ahora quiere convertirse en amiga, la campaña de las elecciones municipales amenazaría con pasar como el último disco de Leticia Sabater; si es que lo tiene. Ni siquiera los esfuerzos de Ciudadanos han encontrado cuota de pantalla con el baile vermú con pasodoble agarrado del estreno, el concierto de vuelta a los 90 del viernes y la yincana deportiva programada para este domingo: todo mezclado, como el partido, pero con el riesgo de que los electores confundan sus espectáculos con una despedida de soltero de las que llenan las calles de la ciudad de turismo basura. Se agradece en todo caso el esfuerzo del CDS de Hacendado en medio del tedio al que se han abandonado el resto de los partidos con calendarios de encuentros sectoriales para hacer camarilla, vídeos enlatados para consumo en el móvil en los que los candidatos exhiben su lado bueno, bombardeos de publicidad subliminal en las redes sociales y caravanas controladas en las que un ministro, un consejero de la Junta o un cargo de segunda fila hacen de teloneros para intentar que cale el estribillo machacón del perreíto pegaíto a la pared.

El escenario en la ciudad y los grandes municipios, lejos de los pueblos donde todavía se pelea el voto cocina a cocina, funeral a funeral, se confunde con el ruido de los mensajes voceados desde Madrid y Valladolid. En esa distorsión que confunde el marco de discusión para que parezca que se vota lo que no toca o que se va a solucionar lo que ya se votó, los partidos en León juegan al despiste. El PSOE de José Antonio Diez esconde las siglas en una campaña de perfil bajo para que no se le descosa el mensaje de falso leonesismo que le construido su corte de panegiristas. El PP de Margarita Torre —femenino, singular— desbarra con el relato de un paisaje tenebroso que no encubre sus propias sombras. La UPL camina de puntillas, sin saber todavía qué quiere ser de mayor. Podemos, coaligado con IU, busca salir de debajo de las falda del discurso nacional para encontrar encaje a casi cualquier demanda. Vox intenta mimetizarse con el fondo para que nadie se entere de que en la papeleta no va Santiago Abascal. Queda una semana. No se aburran todavía, aún hay más.