Diario de León

Creado:

Actualizado:

Todas las campañas electorales tienen algo de ese momento siesta que distrae a voces el camión de los colchones, que cambia con un colchón visco elástico el viejo colchón de lana. Esa era la lana que esquiló Tino Rodríguez en aquel formidable tutorial de los Oteros, cuando en la campaña del 15 dejó a una oveja lista para la ceremonia del Corpus. Otra lección sobre las excepciones a la regla en mitad de un bosque de prejuicios; la factoría de Pepiño Blanco no aportó jamás un producto más valioso que el babiano, aunque los esquiladores y cardadores no nacieran para la fama; y no hace falta a mirar a Moncloa. Mejor que los políticos vayan de abajo a arriba que al revés; por eso, Rodríguez cuajó mejor en las urnas que Alejo, que emprendió el camino a la inversa, y fue de llevar facturas de peines y gomina al primero de la mañana para que Zapatero denunciara malversación, al retiro sayagués, paraíso del zamorano al que Dios dedicó, al menos, uno de los siete días de la creación. Las campañas electorales duran tres años y once meses; y permiten 30 días de descanso, como mostró gratis Miguel Martínez, que se cansó de ganar y ganar, y volver a ganar, hasta de contar votos en la espalda de enemigos compañeros de partido, que siempre son los peores. Todas las campañas electorales se parecen, igual que las hijas de Lot; desde que Polanco arrasaba en todas las elecciones, salvo en las de la Federación Española de Fútbol, y se votaba por el cambio al mismo que cuatro años antes porque iba a ponerlo todo patas arriba. Las de los trovadores que se arrancaron con misas cantadas para ensalzar a los candidatos, la del vengo de moler, de los molinos del medio, aquella de los ripios entre Villalba y Juan Vicente, la del autocar en ruta y la del desengaño sobre que la suerte del triunfo no estaba en el cartel, fuera monje o fuera escoba, y sí en la disposición del votante para dejarse engatusar. La campaña electoral está para no perder un voto de los asegurados antes del inicio; otro mandamiento en el reverso de las tablas que le dieron a Moisés. En León hay sitios donde se paga por el voto la mitad que en Melilla. La fiesta de la democracia es como el segundo matrimonio; el triunfo de la esperanza sobre la experiencia.

tracking