Diario de León

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Hoy, tras una noche febril de recuentos, dichas, tristezas, chascos, furias, euforias y alguna defunción política, llegan los días en que los civilizados pactan, los apañadores negocian y los de siempre se van de merendilla y componenda. Hoy llega lo de «al freír será el reír»; o el no dejar de llorar. Porque aquí comienza el tiempo de los pactos para quien no haya amarrado bien la sartén por el mango. Y en los veinte días que nos esperan hasta constituirse los nuevos untamientos veremos (o sea, no veremos) la política de verdad, la que se escribe en rincón oscuro, en el secreto de la rebotica, en el reservado de restaurante, en una mesa camilla de chalet en las afueras o en los adentros de una alcoba donde fornicarán cínicamente los «extraños compañeros de cama» que nos depararán las tantísimas alianzas municipales que ahora mismo ya se están trabando... o destrabando, que esa es otra. Desde hoy se la juegan muchos y es hora ya de desinflar promesas y de reinar lo particular, lo concreto y el «qué hay de lo mío». Es la puta realidad y lo práctico, es la vida misma. Así que el enemigo, al hoyo; y el pispo, al bollo. Hoy es el día de volverse locos. Y locas.

Escribo esto sin saber los resultados de ayer que el lector ya tiene a la vista e imagino la cara que pueda tener de sorpresa, satisfacción o abatimiento. Pero visto que en campaña se insistió en que estas elecciones locales fueran un plebiscito nacional contra el sanchismo filoetarra indepe y trans, supongo que en un montón de sobres electorales iba dentro una hostia en vinagre, pero dada en la cara vicaria de desconocidos alcaldes de Maturana de la Reina o de Villatempujo y No Subes, pobre gente si además eran los más idóneos y cumplidores. E imagino también aquí muchos guantazos airados dentro del sobre de los leonesismos de marca y los leonesismos que empreñan otras siglas para poder pescar en los charcos del agravio comparativo y del enfado popular. Pero lo que no hay dios que cambie y desconsuela a Sócrates es que la gran mayoría de votos siguen cautivos en sus mismas siglas de siempre.

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