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Hablemos de bestias enormes. En los próximos días será inaugurada la exposición «Criaturas Jurásicas», en el Palacio de Congresos. Afortunadamente, humanos y dinosaurios nunca llegamos a compartir calendario. «Muchas de esas criaturas monstruosas eran vegetarianas», se me dirá. Ya, pero eso se lo cuenta usted a ellas, siempre habría una despistada que no diferenciase una col de Bruselas de las costillas a la barbacoa. Cómo para no dar un respingo al leer en la publicidad eso de: «animatrónicos a tamaño real». No soy miedoso, pero cualquier animal cuyas boñigas midan más de tres metros me produce estrés. Ah, la noche de los tiempos. No hubiera podido aceptar triceratops como animal de compañía, pero tampoco a un vecino de cueva que grite »Yayayadabaduuuuu». Los lectores de mi quinta sabrán que estoy refiriéndome a Los Picapiedra, la genial serie de dibujos animados, de nuestra infancia. ¡Cuarentones, enteraros, el mundo no empezó con Espinete! Algunos estudiamos el Bachillerato y vimos Bonanza. De una de las bestias que podremos contemplar se nos informa en la web:: « pequeño para ser un saurópodo, pues solo mide entre 9 y diez de largo, con una altura de 2,6 de altura». ¿Solo? Cómo será entonces su primo de Zumosol. En fin, cualquier pasado no fue mejor. Pero como sigamos por este mal presente volveremos al Jurásico: La amenaza de una guerra nuclear, los virus letales escapados de las probetas, tecnologías enemigas de lo humano que nos las quieren imponer como el futuro impepinable…. Así no habrá quien baje a comprar el pan. Pisas una boñiga prehistórica y ahí te quedas para siempre. No digamos si te cae encima. Uf.

Ah, el pasado ancestral. En lo que a mí respecta, lo he admitido aquí ya en otras ocasiones: antes de conocer a mi mujer uno era —a la vez— brontosaurio y troglodita. Con ella, inventé la rueda y el fuego. Es del Barça, pero no desespero en que vea la luz, la evolución de nuestra especie aún no ha terminado. Gracias, big bang, si no es por ti no la conozco.

Aunque para animales peligrosos no hay que viajar a pasado tan remoto, ahí están nuestros malvados-saurios, y no en peligro de extinción. Como no nos unamos, mediante la fraternidad, volveremos a ser amebas morugas.