Diario de León

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En un mundo inestable, la única estabilidad es uno mismo». Es la filosofía de los ‘turistas laborales’, profesionales que hacen de una demanda permanentemente insatisfecha en sus sectores una baza para crecer. Son sobre todo expertos en tecnologías, pero ojo, no son los únicos. Los hay a todas las escalas. La hostelería es otro de los enormes nichos en los que encuentran asiento quienes tienen una forma de trabajar muy distinta a la cautividad de generaciones anteriores. A mayor demanda de profesionales, mayor poder en manos de los trabajadores. La rotación (a razón de un empleo por año de media) es vertiginosa. Para quienes crecimos en la filosofía de un empleo para toda la vida, un escenario estresante. Nunca digas nunca jamás.

Es también un reto para las empresas: sollozan porque es difícil retener el talento, mientras miden sus esfuerzos porque (razonablemente) no quieren invertir para que el beneficio de la formación se traslade a la competencia. Es la ley de la oferta y la demanda, pero al revés. Hay muchos sollozos que arrinconar por todas las partes. Este es el nuevo escenario, también en la construcción y la agricultura. El futuro de las empresas está en manos de quienes sepan recompensar la valía laboral con el salario, es obvio; pero también atender a demandas crecientes en calidad de vida, conciliación y compensaciones sociales y vitales que exigen una cintura y una capacidad de mirar al futuro que aún no está madura para la generalidad del tejido microproductivo, que es el que nos adorna.

La rotación laboral es el nuevo escenario, y la decisión (en los sectores con más demanda) no está en manos de las empresas. Hay deberes para todas las partes. El futuro es, por arriba, de los ingenieros y técnicos; y en la Universidad de León queda claro que no son las notas de corte las que impiden la llegada de nuevas vocaciones. Hacen falta tecnólogos, y sobre todo tecnólogas. Tienen las puertas abiertas y el mercado laboral esperándoles. ¿Qué falla? Ya estamos tardando en reaccionar. Y qué decir del universo turístico y comercial al que debemos y deberemos tanto empleo y riqueza local, si se gestiona bien. O de la construcción y la agricultura, obligadas a fortalecer su participación en la economía provincial. ¿Dónde están sus esfuerzos e iniciativas para captar, formar y retener el talento que demandan? Incomprensible.

El diagnóstico es claro. La verborrea que lo acompaña también. ¿Las soluciones? Apúntense a la teoría de Edison: «El genio es un 1% de inspiración y un 99% de transpiración». Toca remangarse.

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