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Nunca fue un secreto, pero sus remedios se promulgaron a voces. Con el altavoz de las leyes ‘que venden’, se promulgó la normativa sobre la cadena alimentaria y la prohibición de ventas a pérdidas de agricultores y ganaderos. En la práctica parecen haber servido de poco. Producto básico como pocos, la leche ha multiplicado exponencialmente su precio de cara al consumidor. Mientras, al ganadero se le sigue apretando hasta la ruina. Es lo que está ocurriendo de nuevo en el campo leonés. Los precios que pagan las industrias han caído a niveles insostenibles para unas explotaciones que además han visto multiplicados sus gastos en piensos y energía. El resultado es que los productores de leche leoneses guardan lista de espera en los mataderos para acabar con sus animales, y con ellos con sus pérdidas. Ya casi no hay familias ganaderas, sino granjas industriales que no temen a la deslocalización. El consumidor se ahoga en un gasto creciente y el productor en un beneficio menguante. ¿De verdad hay control en la cadena alimentaria?