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El «síndrome Sánchez» lo llaman. Hace estragos y lo comentan uno a otros líderes territoriales del PSOE. La desconexión del presidente con el mundo real le ha llevado al extremo de convencerse de su leyenda de Ave Fénix porque nadie como él ha sabido resurgir de sus cenizas y aprovechar segundas oportunidades. Un líder cuyo equipo más cercano alimenta ante sus filas ese relato del mandatario capaz de caer y levantarse una y otra, pese a no parecer lo más aconsejable. En realidad, Pedro Sánchez se ha mostrado siempre dispuesto a los bandazos más insospechados con tal de lograr sus objetivos. Esa es la única verdad del cuento.

El presidente del Gobierno puede proclamar a los cuatro vientos que tiene más fuerza que nunca. Sin embargo, cada vez son menos los cuadros del partido que discuten si Sánchez SÍ o Sánchez NO. Ahora se habla de su agrietada figura, justo cuando su futuro se encamina al tiempo de descuento y sin perjuicio de reconocerle en privado el derecho a estrellarse contra las urnas. No son vectores incompatibles. Al contrario. La derrota será sólo suya y, probablemente, ayude a poner fin a su carrera. Eso les viene encima a Sánchez y a su desmedido ego.

También a los «Fran Martín» de turno, capaces de sostener que Bildu había hecho «más por los españoles que todos los patrioteros de pulsera juntos». El delegado del Gobierno de Madrid, crecido a la sombra del ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, reculó por indicación expresa de La Moncloa. Y ello tras echar unas cuantas horas comparándose, en privado, con José Luis Rodríguez Zapatero y su vehemente «bajo mi Gobierno se terminó, se entregó y se rindió ETA». Un mal paso. Uno más. Y, mientras, el PSOE no remonta y el PP sigue escalando posiciones.

Sólo el modo electoral permite guardar la apariencia de sintonía en la organización, aunque la procesión va por dentro. Los cenáculos se multiplican. Por mucho que Sánchez crea tener amarrado el PSOE, «bajo su cesarista control», según el diagnóstico de veteranos socialistas. «Él ya no da más de sí», avisan. Ya comienzan a ponerse nombres encima de la mesa de forma recurrente para pilotar una transición tranquila del partido hacia un congreso federal extraordinario. Me consta, sin embargo, que son legión quienes apuntan a un verano convulso, de muchísimo movimiento interno. Tampoco será una sorpresa, llegado el momento.