El reverso verde

Ya hemos visto hasta qué punto la ausencia de una ordenación del territorio coherente está a punto de calcinar los recursos naturales de la provincia, casi lo único con lo que contamos para continuar existiendo más allá de la apariencia. No voy a insistir en los nuevos listos de la energía verde porque son los viejos ‘vivos’ que esquilmaron los valles para vender electricidad negra, mugrienta por el fraude, por la extorsión y por el color que dejó su huella, la ruina de una economía que nos sumió en la cultura de la subvención y la precariedad. Nadie dijo nada porque todos vivían muy bien a costa de la extorsión del erario público y la muerte de los mineros. No se engañen o que no nos engañen. La vuelta al carbón es una mentira tan grande como todos los parques de energías limpias que sólo buscan llevarse los fondos europeos, los mismos que siguen en paraísos fiscales, remiendos empresariales al mejor postor.

Todo el que quiera defender la provincia debe interponerse entre la montaña y los aerogeneradores, entre los valles y las plantas fotovoltaicas, entre la desolación de la naturaleza y la propina que los ya magnates quieren dejar a cambio. Son los de siempre, aunque lo hagan a través de empresas diferentes. Es lo bueno de los ricos, que pueden liquidar sociedades tras llevarse las subvenciones y abrir otras nuevas dos días después. A esto lo llaman capitalismo, a aprovechar la destrucción y los escombros para volver a forrarse. ¿Y los límites? Dejad hacer, que para pasar de las leyes ya están ellos, los que jamás juegan con las reglas a las que nos sometemos los mortales.

Mientras, el circo electoral vuelve a la plaza pública. Verano azul lo llaman unos y La mejor España, otros. Todo es lo mismo: un decorado de cartón piedra para esconder que volverán a proteger a cuantos arruinaron la provincia a golpe de explosiones. Había un sindicalista de UGT —antiguo soplón de la policía de Franco— que un día le dijo a un compañero de Comisiones: ¡Cuidado conmigo, llevo toda mi vida en este negocio!