Tan solo despistadín
Hablemos del despiste propio de la edad. Aquí es donde mi mujer carraspea y dice: «¿ya, pero de cuál de ellas?». Ah, la retranca conyugal, alegría de la convivencia. Llevo quince días sin encontrar mis gafas. Ocurre cada cierto tiempo. Siempre le dedico una columna. Las he buscado incluso en los lugares donde no he estado. Las llamo, las silbo, las canto… y nada. Marta argumenta que es porque no las llevo colgadas, tal cencerro, y porque la edad me intensifica mis características. Infundios. Uno no es despistado, sino despistadín. Aquí el escalafón importa. La lectora crédula en fenómenos paranormales apostillará: «En casa estuvimos un mes buscando el mando, hasta que descubrimos que se lo había tragado el perro… porque cuando ladraba el animalito la televisión se cambiaba sola de Sálvame a reportajes de la 2». Ya, pero en la mía no tenemos can, ni adolescentes o un extraterrestre okupa. Dar con ellas lo he convertido en una cuestión de honor visual. Presuntuosillas, deben de pensar que me son imprescindibles, pero tras operarme de la catarata izquierda veo mucho mejor. Simplemente, el roce hace el cariño. Mi nariz nota que le falta algo. Me recalcan que las personas ordenadas nunca pierden nada. Discrepo, el orden está muy sobrevalorado. Cuando escriba mis memorias las empezaré por el capítulo XII y las concluiré en el V, precedido este por el LII. Hasta el hombre lobo titubea si le preguntas que hizo la última noche de luna llena. Otro despistado, ¿no?
Además, tampoco mis gafas me encuentran a mí y saben muy bien en dónde vivimos. Pero a ellas nadie las llamas despistadas. Por cierto, los ingenieros auguran que con la inteligencia artificial lo que hemos perdido se cogerá un taxi hasta casa. ¡Mientras que no tenga uno que bajar a pagarlo!
En efecto, extraviar mis gafas por unas horas o unos días, una vez al año, no me convierte en despistado, tan solo en despistadín. Pero en otras ocasiones ya habían aparecido. Sí, los únicos lugares en los que aún no he mirado es en aquellos en los que nunca estuve. ¿Qué se les iba a haber perdido en Japón? Por favor, volved. Cada mañana os ducharé en fino líquido de limpieza y os secaré con el mejor paño. Mi nariz nota que le falta algo.