Diario de León

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León saca sus pendones y cubre el claustro de San Isidoro con su bandera tanto para poner en valor su historia como para enarbolar la defensa de un sistema parlamentario cuyos valores y vigencia están más cuestionados que nunca. León busca volver a ser, casi mil años después, la cuna del parlamentarismo recuperado. Ojalá no se tarde otro milenio en reconocerlo. Y, sobre todo, ojalá la declaración internacional que protagoniza logre sentar las bases de una renovación democrática urgente. Dramáticamente urgente.

Quizá el escepticismo tiña los frutos de una cumbre que refuerza a la ciudad como cuna del parlamentarismo con un boato propio de las ceremonias sin consecuencias. No será en todo caso escepticismo menor al que padeció el ‘invento’ de Alfonso IX en 1188 para unir «el triángulo medieval de los soldados, las almas y el dinero», como ayer recordó con entrega John Keane, quien no debería ser una eminencia desconocida en esta ciudad.

Aquel rey imberbe creó en San Isidoro una herramienta de Gobierno que «transformó el lenguaje de la política». Las Cortes prometían una nueva forma de gobernar, la quimera del juego limpio para llegar a acuerdos. Un pueblo unido en la confianza de las leyes. Y más avances de hace mil años que Keane reivindicó ante parlamentos de todo el mundo.

El mensaje fundamental es sin embargo otro. Esa garantía parlamentaria está amenazada desde hace décadas y vive hoy sus momentos más bajos. El profesor alertó sobre las mareas de descrédito reputacional, la decadencia y el avance de partidos demagogos que «aceleran la transición hacia el populismo electo». Una democracia invadida de lobbies y puertas giratorias. Amenazada por fuerzas que socavan sus principios hasta el límite.

Mientras, el inicio del semestre de presidencia española de la UE se escenifica por los dos candidatos a dirigir el Gobierno de España en Bruselas; y la cosa local gira en el vodevil de los pactos y las mentiras (o cambios de opinión) de uno y otro bando en el ajuste de las urgencias locales con la vista puesta en las generales.

Tras décadas de practicar las artes de Maquiavelo y tener a Sun Tzu como libro de cabecera, la democracia reflexiona en León. Ojalá sus conclusiones sean el tsunami que el desborde de seguridad no ha supuesto para la ciudad tranquila, a la que el desembarco masivo de metralletas no ha despertado sino una curiosidad más. Este León paciente, que no pasivo.

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