Diario de León

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Hace unas semanas preguntaba en esta columna: ¿Dónde estás, Yolanda? a propósito de la ausencia de León en la presentación de las candidaturas más destacadas de Sumar, el proyecto político que lidera Yolanda Díaz. La líder de Sumar no hablaba de León pero tenía los ojos puestos en La Maragatería, una de las comarcas más emblemáticas de esta provincia que se levanta como Cuna del Parlamentarismo en el sombrío panorama de la democracia.

La escritora Violeta Serrano dio a conocer su candidatura como número 1 al Congreso por Sumar en León el 14 de junio y desde entonces alterna la campaña virtual con la toma de tierra para contactar con la gente en calles y plazas. La sorpresa ha espabilado los ánimos de muchas leonesas y leoneses que no están convencidos de que el leonesismo, ni mucho menos el populismo neofascista, vayan a salvar a León de la ruina económica, demográfica y social.

León está muy dolido y sus lamentos se oyen hasta en el segundo cuartel del escudo nacional donde luce un león rampante... Por más que nos doren la píldora con el título y las cumbres de la Cuna del Parlamentarismo, la queja es la sintonía en la que se localiza a esta provincia en el dial de la conversación pública. Una queja legítima y muy fundada. Porque a la mengua demográfica de la profunda crisis que ha golpeado a la provincia con el desmantelamiento del sector minero, con razones de peso pero sin alternativas y deprisa y corriendo, se suma su fatal destino como nueva vaca lechera del New Deal de las energías alternativas. Producir nitrógeno para Alemania, gracias a una esforzada red de tierras sacrificadas con huertos solares desde la Sobarriba hasta La Robla, es un trampantonjo de la era poscarbón. La provincia ha pasado de la prosperidad a la precariedad como esa generación nacida en la transición de la que habla Violeta Serrano en su libro Flores en la basura. Llegaron al mundo con los derechos conquistados y un bienestar sin parangón y ahora son las primeras víctimas del colapso.

Retornada tras casi una década de exilio económico, la candidata de Sumar eligió el pueblo de sus antepasados, Val de San Román, para comenzar una nueva vida, lejos del mundanal ruido pero conectada al ajetreo del siglo XXI a través del teletrabajo o viajando en tren, como profesora del máster de edición de una gran editorial. Del discurso ha pasado a la acción. En su libro señala lo urgente: «Dejar de ensanchar la brecha entre centro y periferia» y lo importante: Esta distancia creciente allana el campo a los populismos. «Ganan porque estamos dolidos afuera y no se nos escucha», aseguró la escritora hace un año al presentar Flores en la basura en León. Ahora es ella la que tiene que escuchar y plantar flores más allá de las urnas. Sacar a León del llanto es tarea ardua. No imposible. Aquí también hay gente que pone flores cuyas única lágrimas son el rocío fresco del esfuerzo.

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