Editorial | La chapuza que deja a la Cultural agonizando
El anuncio de Felipe Llamazares de que deja la Cultural no sorprende a nadie. La duda es la realidad que se esconde detrás. Como ocurre con este tipo de personajes proclives a medrar, no siempre es todo tan claro como debería. Lo cierto es que su crédito se había agotado totalmente ante la afición y también ante Aspire. Ayer la Academia ni siquiera le citó en su comunicado oficial. La sucesión de fracasos deportivos, y la cuestionada gestión con constantes proyectos que descarrilaban sin apenas tiempo para fraguarse, es lo que lleva a esta salida en cierto modo anunciada del director general. Con tantas dudas como se ciernen sobre el futuro del equipo da la sensación de que abandona el barco cuando se está hundiendo. El futuro se prevé complicado. El club agoniza y si la propiedad catarí opta por irse la Cultural —aunque ayer lo desmintió sin grandes alardes— podría incluso verse abocada a la desaparición. La esperanza reside en la llegada de un nuevo inversor, ese grupo mexicano que se ha barajado. Pero lo cierto es que después de tantos millones dilapidados por la gestión de Llamazares, la Cultural queda al borde del abismo.
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