Diario de León

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Solo le faltaba la música de Verano Azul de fondo. La actual vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, llegó esta semana en bicicleta, al más puro estilo electoralista barato, a una reunión de los ministros de medio ambiente y energía de la UE en Valladolid. Lo hizo, según explicó más tarde, para reivindicar el nuevo modelo de transporte, más limpio y más ecológico, que muchos alcaldes están impulsando en sus ciudades. Para empezar lo hizo sin casco, lo que ya de por sí es una temeridad, que acarrea multas de hasta 200 euros, en sentido contrario, y con los coches oficiales que la escoltaban invadiendo el carril bici. Todo esto acompañado de una nube de fotógrafos empeñados en inmortalizar una de esas estampas casi roborizantes a las que nos tienen acostumbradas las campañas electorales. Pero no pasa nada, todo el favor del medio ambiente, una premisa que está empezando a no tener límites, y si no que se lo digan a los agricultores y ganaderos, que con el agua al cuello, por las cada vez más restricciones ambientales que merman la rentabilidad de su cultivos, asisten atónitos a la última ocurrencia made in Bruselas, la ley de Restauración de la Naturaleza, que obliga a los estados a reparar todos los ecosistemas antes del año 2050 y reducir a la mitad el uso de plaguicidas antes del 2030. Pero adivinen, ¿de donde saldrán los fondos para la restauración de todos estos ecosistemas, que se blindarán para que no puedan ser utilizados en la agricultura?. Pues de la PAC, es decir, que las políticas destinadas a incentivar la agricultura tendrá también que financiar la extremista medida medioambiental que amenaza con eliminar hasta 40% de las tierras de cultivo en España. Un nuevo palo para la agricultura, que después de lidiar con el incremento de costes que ha desencadenado la guerra de Ucrania y que se enfrenta a una de las peores campañas de las últimas décadas por la culpa de la sequía, tiene que compartir los pocos recursos que la mantienen con vida, los que provienen de la PAC, para dar forma a los delirios medioambientalistas más radicales, lo que nos aleja cada ve más de esa soberanía alimentaria con la que a todos los ministros se les llena la boca en sus discursos.

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