Al fin, el silencio
Jornada de reflexión. El peso de la doble campaña electoral hunde ya los hombros del personal, el presuntamente activo, que se juega la perspectiva de futuro mañana (a la espera de que acabe de despejarse la que tenía que haber quedado saldada hace un mes) y el presuntamente pasivo, que con mayor o menor interés, pero sin posibilidad de escape, ha capeado el temporal de las últimas semanas.
Mañana será al revés. Los activos pasarán a la reserva y los presuntamente pasivos tomarán el mando para poner negro sobre blanco en qué tablero se jugarán las piezas los próximos años. O, las urnas no lo permitan, evidenciará una fragmentación de pacto imposible que nos condene a una nueva cadena de despropósitos de votación, como ya ocurrió en el pasado. No es poco lo que hay que reflexionar.
De lo acaecido en la pre y en la campaña poco novedoso que concluir de cara al futuro, más allá de los temores que cada cual quiera acunar sobre las dramáticas consecuencias de unos u otros extremismos. Ni más acá de la atadura de manos que estos planteamientos jaleados como radicales impondrán a la mitad del bipartidismo sobre la que recaiga la mayoría insuficiente. Ha sido una campaña empeñada en hurgar en el pasado y en buscar la mentira ajena, que ha dejado poco espacio para oxigenar ilusionantes proyectos de futuro. Quizá es que no hay mucho que proponer, a pesar de la que se nos viene encima después de todo lo que se nos ha venido encima en los últimos años.
En León el incentivo de las elecciones generales lo pone la incógnita sobre cuál será el respaldo al leonesismo en un escenario que supera el discurso local y la vapuleada autonomía. Era el momento y ha sido una decisión valiente, el movimiento leonesista no podía obviar el reto, que disparará sus ambiciones o acotará su escenario de actuación definitivamente. Pronto lo sabremos.
Las elecciones de la canícula tocan ya al fin de su primer capítulo. El ruido se volverá de nuevo ensordecedor en las próximas semanas. Será a partir del lunes. Hoy, de momento, llega un paréntesis de impagable silencio. Reflexión para los indecisos, tranquilidad para quienes ya han decidido. Mañana será un día sin madrugones, salvo para quienes quieran jugar la lotería de verse absorbidos por las mesas sin completar. Mañana, sobre todo, pondremos nuestro granito de arena para dibujar el futuro que ansiamos.