Diario de León

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La apelación a la mentira como munición política básica ha desnudado la campaña de la retórica tramposa que acompaña a toda cita con las urnas. Nos mienten. Lo sabíamos, pero la exhibición bufa entre los candidatos sirve para, en medio del escenario público, trascender las décadas de mañanas del 6 de enero en las que se infantiliza a la sociedad con la creencia de que los programas conforman una suerte de carta a los Reyes para niños buenos que aciertan con el logo de la papeleta. Habrá quien quiera engañarse. Aunque a un ciudadano de León, adulto, reacio al dogma ideológico como amparo y crítico con la realidad que vive, convengamos que se lo ponen difícil para mantener la ilusión. No digo ya para votar.

Aceptada la mentira se vota con mayor conciencia. Si se tiene en cuenta que «mentir es decir algo que sabes que no es cierto con la intención de engañar», como ilustra Pedro Sánchez, que no llegó hasta la quinta acepción del diccionario, en la que se reseña como definición «faltar a lo prometido, quebrantar un pacto», se entiende mejor la falta de la vuelta de los trenes de Feve, el hotelín con encanto de San Marcos, la nueva película para el teatro Emperador, el vacío de los planes contra la despoblación, la Transición Justa que nos convierte en el patio de luces de las zonas industrializadas o la ausencia de A-76 y la A-60, aunque ahora a lo mejor se contemplen para sumar kilómetros al mapa de peajes que ya penaliza a la provincia. No han mentido, ni mienten. Si alguna vez dicen «algo que no es correcto, no es fruto de la mentira, sino de la inexactitud», como avanza Feijóo, cuyo partido marginó todos los proyectos citados, bloqueó la plataforma intermodal de Torneros con la puerta de la Junta hasta antes de ayer y alimentó, entre otras, mentiras tan gordas como aquella de la escuela de pilotos. Los dos mentirosos se disputan el mando con apoyos: uno con Sumar, el artista antes conocido como Podemos, que en estos años ni ha promovido una sola iniciativa solvente en la provincia, y el otro con Vox, que ha dado muestras en el último año en la Junta de su inutilidad para León.

La verdad es que León tiene el peso de un escaño. Sólo uno. Un escaño en disputa, como admiten los partidos mayoritarios, porque los otros tres se los apuntan ya. No van a hacer mucho esfuerzo para tan poco. No se engañen. No es la primera vez que prometen cambiar León. Juzguen si es mentira.

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