Editorial | Los leoneses votan para dar su confianza a un parlamento a la altura
Las urnas vuelven hoy a abrirse, apenas dos meses después de las elecciones municipales, para elegir a quienes representarán a esta provincia en el nuevo Parlamento nacional y, sobre todo, para contribuir, con los votos de los 422.911 leoneses, residentes y ausentes, a decidir quién regirá el destino de este país durante los próximos cuatro años, si se les da bien. Como viene siendo habitual en cada cita electoral, León sigue perdiendo representatividad a medida que ve descender sus cifras de población. Son unos 9.000 electores menos los que están llamados a votar respecto a las últimas generales, con el matiz evidente de que el recorte se ceba con los electores residentes. Los electores ausentes aumentan, como corresponde a una provincia en la que el porvenir de sus jóvenes está mayoritariamente fuera. A mayores, en esta cita electoral León también ha perdido el voto de los 1.240 leoneses que, solicitándolo por correo, no han llegado a ejercerlo sin que nadie pueda concretar las circunstancias. Ni las de los otros 149.633 españoles que, igualmente, tampoco han completado el proceso pese a haber realizado los trámites. Evidentemente, el esfuerzo de los empleados de Correos ha sido ímprobo para atender en tiempo récord y sin preaviso el papeleo de los más de 2,5 millones de votantes por correo. Se trata de la mayor cifra de la democracia, un dato que demuestra el interés del ciudadano por votar y el ingente operativo que se ha montado en estos comicios. Sea como sea, quedan horas para abrir una nueva etapa en este país y el deseo mayoritario de quienes votan es el de tener una clase política a la altura, que no caiga en la tentación del insulto fácil y de la demagogia y que se percate de que tras las pantallas brillantes hay una sociedad madura y consciente, harta de la ignonimia, de la crispación constante y de la condescendencia paternalista y humillante. En definitiva, lo que se debería esperar de esta jornada es un parlamento digno y un gobierno capaz de vadear una época especialmente crítica e incierta. Y, especialmente, que la fragmentación no desemboque en unas nuevas elecciones difíciles de soportar ya en este país.