Diario de León

Creado:

Actualizado:

Los datos macroeconómicos bailan la danza del vientre para aturdir al respetable, deslumbrado por los brillos de la miríada de datos que giran vertiginosamente en las partes más seductoras, y son interpretados por unos como una virtud y por otros como un infierno. Cada pirueta esconde sus luces y sus sombras. Asiste la parroquia también entretenida a los golpes de cadera de la primera línea de aspirantes a seguir embelesando con sus orondos muslos de promesas. Una parroquia que sostiene la barra de bar de a diario, mientras suspira por acodarse en la cantina del despreocupado vacacionar.

Despreocupado debe ser, porque el lleno incomprensible bendice unos precios absurdamente astronómicos para un paisanaje que se duele de las subidas de la hipoteca y de la cesta de la compra. No así de los salarios. Las cuentas familiares amenazan con no salir, las de una realidad que superó el todo vale postpandémico lo desmienten. Ya hace un año anunciamos la debacle del otoño tras los excesos estivales y la cosa sigue adelante. Pues avanti.

Explican los analistas que las apreturas se alivian por el empleo. Hay trabajo, perspectivas de lograrlo, bonanza de crecimiento. Mientras hay empleo, hay consumo, se las arregle el penitente como sea (a base de créditos que superan para gastar en diez días lo que tarda tres meses en ganar. Así sea). Y el empleo ha descorchado esta semana el champán del récord. Por primera vez se superan los 21 millones de trabajadores en el país. Aleluya.

Queda por explicar por qué hay más trabajadores que nunca pero se trabajan menos horas que antes de la Gran Recesión. Hay más empleados pero trabajan menos (luego ganarán menos); o dicho de otra manera, hay menos trabajo que se reparte entre más currantes. Ahí la macro, porque el bosque de datos no permite analizar la micro. Trabajos parciales, envejecimiento, sucesión de contratos,...

En León, y no es por echar el jarro de agua fría, los datos del trimestre del récord de empleo nacional desvelan claves que ponen los pelos de punta. No han querido detenerse ahí las asociaciones empresariales leonesas, más preocupadas en proclamar una lectura que siembre el miedo por las renovadas incertidumbres políticas y económicas del escenario postelectoral. Incertidumbres que, por otra parte, hace tiempo que vinieron para quedarse.

Qué más da. Toca hablar de turismo, del que apoquinamos y del que apoquina aquí. La llegada del otoño será otro cantar. ¿O no? De nuevo, ya veremos si eso...

tracking