Edificio Lope de Vega, 2
León, agosto de 1975. Veremundo Núñez Arenal e Isidro Luna Seco firman este proyecto para Felicísimo García Cantón, Victorino Fernández Ferreiro y Justiniano Álvarez Pérez en un solar de la calle López de Vega c/v a la entonces Avda. del General Sanjurjo (actual Gran Vía de San Marcos), cuyas obras dirigieron con Dámaso Revelles Rodríguez como aparejador. Construyeron el inmueble con estructura metálica y forjados reticulados. Dos sótanos, el segundo para trasteros e instalaciones, y el primero con local comercial. La planta baja para más locales y el portal con escalera y dos ascensores. Un primer nivel de oficinas y otros seis, más dos retranqueados, para 3 despachos profesionales y 11 viviendas con las zonas «de vida común» y «de dormir» separadas de la «de servicio». Dispusieron las fachadas con ladrillo palentino de San Antolín expresamente diseñado por los arquitectos, en tres órdenes. Basamento de dos plantas, la baja con los escaparates y la portada bajo marquesina entre jardineras escalonadas y celosías de madera marcando la escalera, y en la primera los variados huecos de las oficinas. El cuerpo principal en voladizo; hacia la Gran Vía miradores de grandes ventanales entre sardineles junto a terrazas que alternan antepechos ciegos y calados con barandillas de acero bajo biombos de madera; por Lope de Vega vanos ajustados a la distribución interior; en el chaflán quiebros escalonados conciliando geometría y orientación con jardineras de arista redondeada ante ventanas de esquina. Y en lo más alto, una magnífica cubierta de pizarra en animada intercesión de planos coronando la composición... En su Memoria del Proyecto, Veremundo e Isidro eran conscientes de trazar viviendas de lujo en «un edificio singular… en pleno centro urbano… teniendo especial cuidado en el tratamiento de las fachadas y los volúmenes proyectados… para crear un juego de luces y sombras que diera cierta movilidad al conjunto»... Y todo enfatizado por materiales tradicionales en esmerados detalles y perfectos acabados… ¡Puro Expresionismo «setentero»!... ¡Me encanta!