Diario de León

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Como plaga que ya lo es, el jabalí está pidiendo a gruñidos jabalina... o aquel venablo medieval con que lo cazaba el noble a caballo, el montero a peón y el furtivo agazapado en noche de aqueda. Así pues, ¡al jabalí, jabalina!, porque no sólo jode cultivos (pobre viñedo berciano), mata también con hocicazo de colmillo cortando la femoral del cazador distraído o da muerte a quien lo atropella o se lo cruza en carretera. Hubo muertos así hace años en la vallada autopista cruzando tierras bañezanas... y otros graves incidentes. Y lo confirma la noticia de anteayer en Chantada, Lugo, donde dos jóvenes de 18 años murieron al cruzarse ante su coche un jabalí y estrellarse contra el guardaraíl que se incrustó en el vehículo; algo brutal, tuvieron que excarcelar sus cuerpos entre un amasijo de chapas. Y el jabalí, de rositas, huyendo a la próxima. Fácil imaginar la cara de esas familias cada vez que oigan la palabra jabalí y las furias de pólvora que incendiarán su cabeza.

Se multiplican sus ecos en toda España:  Jabalíes en las playas de Málaga; medidas excepcionales en Andalucía para controlar su expansiónLa policía abate un jabalí en el centro de GetxoCazan diez jabalíes en el entorno urbano de Cabo de GataEspaña registra 10.090 accidentes por jabalíes en carreteraJabalíes en las playas de Lloret de Mar.   Arqueros acaban con 400 jabalíes en Madrid desde 2011Pescadores gallegos se topan con cuatro jabalíes nadando en pleno marJabalíes se adueñan de Marbella buscando comida ... En León hallan fortaleza inexpugnable en maizales de los que sólo la cosechadora los expulsa (hay vídeos con más de cien escapando de uno en tierras de Valmadrigal). Pues jabalina, flecha o cartuchazo. No hay otra, salvo que soltemos por ahí al Emérito dándole calor a su escopeta, sugiere Dani Mateo. Pero habrá protestas y exigirán para cazar a este marrano-guarro-bermejo-arocho-macareno-rayón-secretario-marranchón (aquí, jabalises) el aturdimiento que rige para apiolar a todo cerdo. Ni caso. Y al fin comeremos cabeza de jabalí de verdad y no de gocho. Y no te digo, Obélix, eufórico.

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