El Rey despierto
Elvis murió en medio del verano en Graceland, pasado de peso y de pastillas. Después de una noche de insomnio, después de un partido de tenis nocturno que no le ayudó a conciliar el sueño, después de que uno de sus primos le lavara el pelo para relajarle —y el Rey, con dolor de muelas, todavía tenía el tupé intacto— se metió en la cama de madrugada, casi al amanecer.
Y no consiguió dormir.
Elvis compartía lecho con su última novia, Ginger Alden, una veinteañera deslumbrada por el mito que quería llenar el hueco que había dejado Priscila, la niña Priscila convertida en mujer a la sombra del Rey y harta de sus infidelidades.
Tenía Elvis en Graceland un baño con todas las comodidades y allí se encerró con un libro sobre la Sábana Santa de Turín. Y allí le encontró Giger Alden horas después, con el sol en todo lo alto. Muerto.
Elvis estaba arrodillado, con las manos en la cara. Y no fueron capaces de reanimarle. Una arritmia cardiaca provocada por la combinación de fármacos que tomaba —el día anterior había ido al dentista— se llevó al Rey del Rock hace ahora 46 años. El mito de los adolescentes de los años cincuenta, el tipo que había derribado tabúes y convenciones a golpe de cadera, el cantante sobrado de talento y actitud que se había echado a perder con un nuevo repertorio de baladas ñoñas y películas infumables, resucitado con traje de cuero negro, reconvertido otra vez en una parodia de sí mismo en Las Vegas, fallecía el 16 de agosto de 1977.
Todavía se le recuerda. Aunque muchos chavales no sepan hoy quien fue Jim Morrison, ni quienes fueron The Doors (para mi sorpresa), Chuck Berry les suene a mermelada de fresa y Janis Joplin también sea una perfecta desconocida en el universo milennial, el impacto de Elvis en la cultura popular ha sido tan grande que su figura y su música todavía es capaz de saltar por encima barreras generacionales.
Ahora que el rock es cosa de viejos. Ahora que algunos rockeros han muerto sin dejar un cuerpo bonito y otros resisten en el escenario con ochenta años. Ahora que lo han desplazado de las listas de éxitos. Ahora que el rock es Historia, ahora sí se puede escribir que Elvis Presley, con todas sus sombras, es una leyenda de nuestro tiempo.