Diario de León

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Fue domingo de goles. La Selección Española ganó el Mundial Femenino y con ello metió un golazo a los prejuicios. La alegría no tiene género, pero el esfuerzo deportivo tampoco. Dicho esto, la mujer tiene mucho que ofrecer a un mundo regido por agotadas pautas virilonas, y no me refiero solo a lo deportivo. Necesitamos todo lo que las mujeres pueden ofrecernos. En efecto, no solo en del deporte, pues la sociedad española está atrapada en algo que tira hacia abajo de ella, como consecuencia —en gran parte— de haber infravalorado lo femenino. Ayudadnos, mujeres, a salir del pozo. Ayudadnos madres, hijas y abuelas. Ayudadnos, mujeres casadas, viudas o solteras. Ayudadnos, trabajadoras y/o amas de casas. Por favor, os necesitamos en este naufragio. Felicitaciones, mujeres de rojo. Felicitaciones a quienes creyeron en vosotras. Pero en mi domingo personal el de nuestra Selección no fue el único gol de la valía. Fui a escuchar la charla que Germán González impartió a sus paisanos de Villahibiera, o a sus otros paisanos, pues aquí pasó su infancia hasta los 14 años, pero él nació en la también preciosa Villaverde de la Chiquita. Hubo tantas personas que hubimos de trasladarnos a la iglesia. Golazo y triunfo de Germán, hermano del escultor Amancio. Volvió a conseguir el espejismo de lo aparentemente fácil. Entre el público, otro amigo y excelente escritor villahibiriense: Demetrio Fernández, quien este año volverá a las librerías con una novela sobre los últimos días de Walter Benjamin. En el mejor deporte y en la mejor creatividad cultural las victorias son colectivas, pues ganan también quienes no han ganado. Un gran domingo. Cuánta grata ola.

También tuve mi pequeño gol doméstico, pues di inesperadamente con un problema de ritmo que me estaba lastrando un ensayo, en el que llevo trabajando desde hace más de un año. Lo marqué al abrir el ojo, aún en la cama. El cuerpo duerme, mientras el cerebro hace guardia. Se lo comenté a Fernández y asintió.

Ya en casa, me informan de que en unos meses podré escuchar en León a un amigo y grande del cervantismo más internacional. Y el domingo se retiró a dormir, con el deber cumplido… al menos en Sidney y en Villahibiera… pero también en mi corazón.

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