Editorial | Fin del juego, llega la hora de gestionar la Diputación y sus pueblos
El Palacio de los Guzmanes albergó ayer la constitución del nuevo mandato de la Diputación Provincial de León tras las elecciones del 28 de mayo, la última de España en investir a un presidente. En este caso la culpa es de la maraña legal en la que se enrocaron partidos judiciales como Ponferrada con los sucesivos recursos de Villablino. Ya pasó. Con independencia de la natural pugna entre las formaciones y coyunturas puntuales, la atmósfera que se olfateaba ayer entre los muros de este edificio era de cordialidad y reconocimiento hacia el gobierno saliente y, muy en concreto, de su presidente, el socialista Eduardo Morán, que ha dejado paso sin peros al también berciano Gerardo Álvarez Courel. El favor se lo devolverá —prometió— siguiendo su ejemplo como responsable de la gran casa de los ayuntamientos que debe ser una diputación provincial. De no ser así, sus competencias, más que comprometidas, volverían a entrar en duda. Pero la ecuación es algo más compleja y se tiene que afrontar con valentía y sin pensamientos cortoplacistas. El hecho de que UPL forme parte del gobierno vuelve a evaluar de nuevo la influencia real del leonesismo en las instituciones, donde, en el anterior mandato, consiguió un irreprochable respaldo político a su moción en defensa de la Región Leonesa. Popular pero inerte porque cuatro años después nada ha cambiado. El Partido Popular se sienta ahora a ver pasar al enemigo. Si hay que fiarse de las conversaciones oficiales, hay unidad en torno a la idea de que en dos años este pacto entre el PSOE y la UPL estará desgastado y que seguirá el mismo rumbo que Juan Sebastián Elcano. Pero la gestualidad a veces interesa, y la de los diputados del PP ayer en la sesión de investidura de Courel en el salón de plenos más bien expresaba división manifiesta, convertida incluso en decepción para la ambición de algunos.
Ayer comenzaba una nueva etapa en la Diputación Provincial de León con un presidente permeable al aparato de su partido, fácil. Es posible. Pero el hecho es que esa confrontación PSOE-PP que ha concedido a UPL un momento de poder sin precedentes en la institución no tiene campos medios y ahora toca gestionar la bicefalia. Fin del juego.