Diario de León

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Con los curas hemos topado, dice hace años  Daniel Ortega , presidente de Nicaragua, finca particular, y se está armando allí la de Dios no es Cristo, sino yo. Cuando el sandinismo del que era cabecilla decidió asaltar la gobernación nicaragüense, los curas lo apoyaron, casi el clero en bloque; no en vano en su primer gobierno sobresalía un preclaro clérigo como ministro, Ernesto Cardenal, teólogo de liberación, escritor multipremiado, poeta fino que logró el Reina Sofía, traductor, escultor y revolucionario (la suspensión  a divinis  que le aplicó Juan Pablo II tuvo que esperar al actual papa para ser levantada). La iglesia nicaragüense vivió esperanzas cuando el FSLN se hizo con el estado teniendo como objetivo desterrar la corrupción y el envilecimiento social que consagró Anastasio Somoza.

Sin embargo, para el sandinismo, cuyo desfigurado resto se perpetúa allí en autocracia dictadora, los curas son hoy el cáncer contrarrevolucionario y diana de todo tipo de represiones, desde ilegalización de sus organizaciones (entre otras 3.000 ya prohibidas), cierres parroquiales o supresión de cultos, hasta el encarcelamiento de obispos, negación de nacionalidad o destierro de destacados religiosos, igual que se hizo con otros intelectuales como se exministro Sergio Ramírez o Gioconda Belli. Aunque nada hacía pensar en lo que se atrevió a perpetrar hace unos días:  disolución de la orden de los jesuitas e incautación de todos sus bienes  (casas, colegios y su universidad, la más prestigiada del país), acusándoles incluso de posesión de armas, y sabiendo que el papa Francisco es además jesuíta. Pero el chulitonto Ortega ignora que si alguien sabe superar disoluciones es esa orden, expulsada en siglos pasados de varios países (de España, cuatro veces; la primera, en 1767, con el padre Isla entre los desterrados; la última, en 1932). Y siempre resucitó sin dejar de considerarse a su general como el Papa Negro, poder real como ninguno. Su talla intelectual e imperio educativo siempre fueron el aval de su vuelta. Y a Nicaragua volverán.

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