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Viendo en Ribadesella helados de sabor a fabada -cagonmimantu-, nada sorprenden los cientos de sabores floripichis que hoy invaden la gelatería de diseño y la pijotera. Sin embargo, supo el corrillo de un heladero riojano que hace uno de sabor a  sombra de higuera , no a higos, cosa fácil, sino a su sombra de olor seco, dulce y acre evocando infancias de verano frutal y asaltahuertas. Me arde el deseo de probarlo algún día. Sugerente no lo hay más. ¡¿Sabor a sombra?!...

Cuando todo es árido y la hierba es paja-yesca llamando a fuego, la higuera es el único verdor potente que resiste en el paisaje insultando al sol, quizá porque su única raíz alcanza cientos de metros a veces. Tutea al desierto y es capaz de crecer en pura peña, en muralla y hasta en campanarios. No hay lugar donde no se vea una; el hombre llevó hasta los confines cualquiera de sus cuarenta variedades cultivables; incluso la domesticó mil años antes que a trigos, cebadas o legumbres. Además, su hoja brillante de envés afelpado no la hay mejor para limpiarse el culo -y loperfuma- si uno tira de cinto para obrar bajo este árbol abonándolo. Y no le falta literatura a la higuera (la figal asturiana en figaredo), no señor, o la devoción que le tienen en Italia por amamantar la loba capitolina a  Rómulo  y  Remo  bajo su sombra. Hasta la  Biblia  la consagra: con su hoja, no de parra, taparon sus vergüenzas  Adán  y  Eva  inventando así la primera braguita de la historia. Pero el episodio más desconcertante lo narran Marcos y Mateo: va  Jesús  por aquellos caminos, le entra una gusa picuda, ve una higuera, se promete higos, y presto los busca entre el follaje, aunque al ver que no los tiene, que es estéril la pobre, le lanza una  fulminante maldición  y la deja seca al instante... ¡diosmío, qué carácter!... Pero el ridículo bobo se lo lleva el ultravegano listín y chapas que jamás come higos por polinizarlos un animal, una avispilla que pone ahí sus huevas unos días. Ese listín debería saber que los higos que comemos aquí jamás necesitan esa polinizadora, así que el muy cretino va y se pierde esta delicia vegetal.

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