Por costumbre
Nos estamos acostumbrando a todo. Ya nada nos sorprende porque el paso por el Gobierno de Pedro Sánchez y su desinhibida tendencia a modificar, llegado el caso, las leyes que se interponen en su objetivo de permanencia en el poder ha estragado muchos escrúpulos democráticos.
Aún así llama la atención que un miembro del Gobierno de España se haya acercado hasta Bruselas para entrevistarse con Carles Puigdemont, prófugo de la Justicia y reo de delitos graves por haber encabezado el intento de golpe del ‘procés’ y por haber malversado dinero público en la orquestación de la asonada que le llevo —no se debería olvidar— a proclamar la independencia de Cataluña en un acto llevado a cabo en el Parlamento autonómico. Nadie duda de que quien ha ido a entrevistarse con él, la vicepresidenta Yolanda Díaz, ha actuado como correo del zar. Desmentir este extremo como vienen haciendo algunas ministras es considerar que los ciudadanos no hemos salido del parvulario.
El encuentro, criticado por un portavoz del PP (Borja Semper), partido que venía defendiendo que había que hablar con Junts, añade un grado más de surrealismo al devenir de la vida política española. Feijóo lo ha intentado corregir exigiendo a Sánchez que asuma la responsabilidad por este acto o que destituya a Yolanda Díaz.
Aquí hace tiempo que se perdió el sentido del decoro y por esa trocha vamos camino de extraviar la dignidad. Puigdemont reclama una ley de amnistía para los procesados del ‘procés’ y el reconocimiento del derecho de autodeterminación. Proclama que no hay impedimentos constitucionales para llevarlos a término. Por mucho que pueda sorprender tiene muchas posibilidades de alcanzar sus objetivos y de ser rehabilitado por Pedro Sánchez saltando por encima de cualquier escollo legal. ¿Por qué? Pues porque Junts atesora el voto de los siete parlamentarios que pueden facilitar su investidura presidencial. El visado para que Sánchez pueda seguir cuatro años más en La Moncloa.
A ese objetivo sacrificará cuanto sea menester creando un relato —lo está haciendo ya— que intenta justificar cualquier cesión bajo el eufemismo de que en relación con Cataluña: «hay que pasar página» para «aprender de los errores» del pasado. Lo dijo mientras fingía desconocer el encuentro de Díaz y Puigdemont. Nos toman por tontos...