María
El lunes se cumplen 50 años del golpe de estado que dio el militar, político y dictador Augusto Pinochet en Chile. Fue un 11 de septiembre de hace medio siglo cuando el presidente constitucional, Manuel Allende, dirigió sus últimas palabras al pueblo. Cincuenta años han tenido que pasar para que la justicia chilena condene a siete militares jubilados por el asesinato del cantautor chileno Víctor Jara encontrado muerto con 44 balazos. Sus asesinos se ensañaron con él. «Canta», le exigían, mientras le torturaban y mutilaban. Siempre me he imaginado esa brutal escena con la dignidad de Víctor Jara mientras entonaba y pedía a María que abriera la ventana para que el sol alumbrara por todos los rincones de la casa. Una petición de aire fresco en un mundo rancio que acecha siempre avizor, pegajoso. María es el nombre que representa a todas las mujeres, a las que Víctor Jara pedía que mirasen hacia afuera porque «muestra vida no ha sido hecha para rodearla de sombras y tristezas».
Marías sufridoras y furiosas, como Amanda, como las Marías que estos días mueren y nos dejan huérfanas de referentes.
María como María Jiménez, madre soltera adolescente, a la que la vida le arrancó a su hija en un accidente de tráfico, víctima de malos tratos que tuvo que recurrir al Tribunal Supremo para defenderse de la demanda de su maltratador, su ex marido Pepe Sancho, que consideraba que las declaraciones de la cantante y el relato de su vida en el libro Calla, canalla, atentaba contra su honor.
María también cantaba mientras la mutilaban poco a poco por dentro y su Se acabó fue una declaración de intenciones difícil de conseguir. Una siempre puede dar un portazo que suene como un signo de interrogación, como canta Sabina, pero cada vez hay más resistencias a que las Marías de este país tengan la última palabra.
Jenni Hermoso ha tenido que denunciar para que la Fiscalía se querelle contra Luis Rubiales por un presunto delito de agresión sexual y coacciones. Ella que no tiró la primera piedra, que tuvo que salir a defenderse y no cedió a las pretensiones del presidente suspendido de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF). Una vez más la víctima tiene que tomar una decisión y poner en riesgo su carrera para defenderse de una situación que no ha provocado ni propiciado.
Jenni es una nueva María, la que abre la ventana y deja que el sol entre por todos los rincones. La María que pone la cara para abrir paso para todas y todos los que vienen después. La que como las anteriores Marías, como la Jiménez, están decididas a acabar «con lo buena que soy. Y me está llegando lo malo por dentro». ¡María, ya ves! como le advitió Victor Jara a todas las Marías.