El precio de la paja
Al estribo de septiembre nos asomamos para porfiar si verdeará el otoño en el encrespamiento de las isobaras. Después de una primavera renca y un verano encerrado en sí mismo, sin apenas hierba que meter en la tenada, la paca de paja se cotiza por encima del marallo de marihuana, al rebufo de los almacenistas que hacen negocio de la incertidumbre de los ganaderos a los que piden hasta siete euros por el ato cuando a quienes sudaron la siega no se las pagan ni a la mitad. El bocado de la otoñada con la que postergar el largo invierno de cuadra se fía al vicio que coja el campo con el agua de las tormentas. La crueldad de la vigilia de diciembre y el espanto helado de enero se avistan desde las suertes de este mes. El agua desborda otra vez el debate con la asimetría entre el esfuerzo de los valles sacrificados y la arrogancia de los territorios en los que se exige sin tasa, ni contraprestación, mientras el consejero de Agricultura de la Junta arrama los pronósticos con sus planes para recrecer las presas de los pantanos del Porma y el Luna, para crear nuevas balsas en el Esla, el Cea y el Valderaduey, para que se cumpla el irónico principio de la hidráulica que en la CHD invocan para justificar que el agua va para abajo y las ostias para los de arriba .
El planteamiento del consejero de Vox no pasa por el momento de una idea soltada para que empiece a calar, aunque en León cuando el río suena siempre se lleva los recursos por delante para que desagüen los beneficios al otro lado de la linde provincial o los exploten las empresas energéticas asentadas en los territorios ricos. Más allá de la raya, el trazado estratégico de los canales da coartada para la construcción de balsas como la que se edificó el exconsejero de Agricultura de la Junta y expresidente de la CHD, José Valín, en su pueblo, Villalón de Campos, alimentada con el trasvase al Carrión desde el pantano de Riaño. La infraestructura, que no sólo aporta riego a los campos castellanos, sino que además da curso para que el caudal alcance los polígonos industriales de Valladolid, se ceba con las aportaciones del Esla a la vez que el riego se restringe al norte desde hace semanas, como claman los agricultores de Payuelos, la zona que sirvió de coartada hace 36 años para justificar el expolio riañés. No era eso lo principal que se buscaba.
En León se espera al otoño para que otros naden en la abundancia. Hasta el agua sigue el curso que definen los que mandan.