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Hola, joven capacitado, urbano y valiente al que veo haciendo maletas vislumbrando alternativa. Te vas al campo, pero reconocerás que hay algo de lírica urbana en los remedios sugeridos para corregir el vaciamiento rural y cierto bucolismo fantasioso sobre el papel y no sobre la tierra que has de pisar, por lo que no debes olvidar aquello que la resabiada filosofía popular talló en refrán: Pueblo pequeño, infierno grande . Veo necesario decírtelo antes de plantarte en esa aldea donde tienes ya apalabrada una casita bien barata desde la que teletrabajarás en principio, aunque piensas hasta tener unas gallinas y cultivar en breve ese huerto hoy tieso que hay tras el corral por creer que el planeta ha de tirar por esa senda, ojalá, pero no olvides que surcos y gallineros limitarán bastante tus ocios y escapadas; algo esclavizan.

Tu novia se ha negado a colegiar tu decisión, aunque promete que, si aguantas ahí tres meses y no va mal la cosa, quizá cambie de opinión e intente la aventura; ahí tendrás la prueba o ley de su amor, sabiendo que ahí no encontrará tienda, cafetería o ese gimnasio que la secuestra cada tarde. Confía. También tienes que saber o recordar que todo pueblo tiene un tonto y un campanario ; bueno, pues en no pocos casos son ya los únicos que quedan. Confío en que no sea este el tuyo y que los muchos viejos y pocos mozos que resisten en esa trinchera de la Guerra de los Dos Mundos estén avenidos en su destino o calamidad sin recelar por sistema ladrando al forastero o, peor, mordiendo como si fueran del elenco de « As bestas ». Tendrás que ganártelos, aunque con mucho tacto, porque los dos bandos son también ahí un mandato viejo. Si así lo haces, le auguro un buen final a tu decisión, pudiendo descubrir también la generosidad incondicional de no pocos lugareños que se alegrarán infinito al conjurar tu presencia sus silencios. Y no te digo si un día tenéis críos y huronean por las calles chillando como vencejos; ese bullir será para ellos -y más para ti- medicina de esperanza. En fin, te desearía suerte si no supiera que sólo tú has de trabajártela.