Diario de León

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Con frecuencia la simple contemplación de los acontecimientos se convierte en una clara constatación de hechos que se consolidan como referencia histórica. Tal ocurre, por ejemplo, con los movimientos de población. Posiblemente en pocos momentos se han producido con tal intensidad y de forma notable según un mayor número de países o bloques continentales. Son numerosos los factores que están detrás de tales decisiones, dolorosas en muchos casos, aunque haya dos que las mueven principalmente, con frecuencia vinculadas estrechamente. Una es de índole política, sobre todo por los cercos a la libertad ejercidos por gobiernos populistas, dictatoriales. La segunda tiene que ver con la búsqueda de vida más confortable, digna, sin al menos tantas rigurosas estrecheces. Nada digamos de tragedias y deshumanización en no pocos de esos movimientos. Movimientos habituales entre los españoles, país emigrante de raíces, incluso en la actualidad, detalle que olvidamos frecuentemente.

En esa fluidez migratoria, España es hoy uno de los destinos desde determinadas áreas geográficas. En el proceso de permanencia de esa población el mestizaje –«mezcla de culturas distintas que dan lugar a una nueva»- se produce o se irá produciendo de forma lenta y silenciosa, sin que apenas podamos percibirlo. Es un proceso biológico y cultural.

Lo que sí es cierto es que, en nuestro caso, es sumamente enriquecedor. Téngase en cuenta, en este sentido, que nuestro país tiene una población más que envejecida, con unos pobres índices de natalidad. Y que, por otra parte, su aportación al mundo laboral servirá de sustento al sistema. Está siendo ya, de hecho, lo que nos obliga, sin duda, al reconocimiento moral y al agradecimiento. Para los amantes de los números y estadísticas, el INE publicó recientemente la población extranjera que vive en nuestro país, desglosando los datos por provincias. Sorprenderán, supongo que positivamente, los referidos a la leonesa, que equilibran, aunque no en suficiente medida, la sangría de población que padecemos.

En este panorama, que también tiene una visión política, acertada o menos, sobre todo los que se acercan a la segunda posibilidad parecen pretender una obsoleta «pureza de raza», afirmación sin referencia a qué raza se refieren en la búsqueda de ombligos cuadrados. Remiten, eso sí, a posturas y tiempos dignos de olvido. Y llenos de peligros.

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