Diario de León

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Este viernes tuve la oportunidad de hacer la Ruta de los Retablos Renacentistas del este de León junto con un grupo invitado por la Asociación de Periodistas y Escritores Latinoamericanos de Turismo. Recorrimos, de sur a norte, nueve de estas diez joyas que sobreviven desde el siglo XVI en pueblos olvidados. Nos faltó Cistierna, donde comimos estupendamente en el El Cruce, pero las llaves de la iglesia no aparecieron. Las campanas y el pendón del pueblo son, pero el cerrojo de los templos siempre es un misterio...

Nos abrieron las puertas mujeres que limpian y cuidan las iglesias, como Teresa en Gordaliza del Pino o Boni en Joara; alguna alcaldesa pedánea, como Marisa en Vallecillo; y hasta el regidor del municipio de La Ercina, Ignacio Robles, que hizo de alcalde y de guía. Aparte o dentro de estos retablos, que fueron la ‘pizarra’ de la iglesia para enseñar el catecismo cuando sólo unos pocos privilegiados sabían leer, vimos maravillas: sirenas en plena Tierra de Campos y en la Montaña Oriental, la virgen de la Paloma, tan lejos de Madrid, y magníficos paisajes, desde la estepa ondulante de amarillos y ocres a los frondosos bosques y verdes praderas que se extienden bajo la mirada de las montañas.

Fue un viaje a la profunda España Vaciada, habitada más por el viento que por almas. Y también una lección del arte y las virtudes de la vida comunitaria, ese modo de existencia que se resiste a morir incluso cuando casi todos los vecinos han emigrado.

La Asociación Balle de Scapa ideó y puso en marcha esta Ruta de los Retablos Renacentistas del Este de León. Es el latido de esa sociedad civil que hace ‘política de hacendera’ para salvar el patrimonio local. Son estas asociaciones, gente común, el badajo que hace sonar las campanas de la conciencia colectiva y, cuando tocan a rebato, espabilan a adormecidas instituciones y políticos de moqueta. En vez de la fantasía de la España partida, debería escucharse en las Cortes de Castilla y León lo que necesitan nuestros pueblos.

La Ruta de los Retablos Renacentistas del Este de León existe gracias a esa voluntad popular de tirar del carro. Pero necesita más recursos para ser una ruta accesible y que aporte riqueza a esos territorios que la sujetan como pueden. La gente de los pueblos sabe que no puede volver a llenarlos de golpe y porrazo con una industria, pero han decidido, y eso es imparable, que pueden y deben defender sus raíces y el legado que ha resistido a tantos siglos y abandonos. Detrás de estos retablos está la hacendera de siglos y el sacrificio de territorios sobre los que hoy se yerguen molinos de viento, antaño se comieron empresas sus sabrosas de carbón o talaron sus bosques reyes para armadas invencibles. Que lo vocee a los vientos de la aldea digital ese grupo periodistas internacional que ha disfrutado de la riqueza artística de tan minúsculos pueblos y de los sabores de la huerta más auténtica de León en la Feria del Pimiento Morrón de Fresno de la Vega.

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